Por Anita Shattuck
Traducido por Verónica Belli Obando
Aunque se diga lo contrario, la fluoración en realidad no se trata de “la salud dental de los niños”, sino de una industria que ha encontrado la manera de deshacerse de las sustancias tóxicas que genera como residuos, al mismo tiempo que obtiene ganancias por ellas -en lugar de pagar una fortuna por hacerse cargo apropiadamente de las mismas.
Solo el fluoruro de calcio existe de manera natural en el agua; sin embargo, ese tipo de fluoruro nunca ha sido utilizado para la fluoración. En su lugar, lo que se utiliza el 90 % del tiempo son los silicofluoruros, con una toxicidad 89 veces mayor que el fluoruro de calcio.
Los silicofluoruros son productos residuales peligrosos y no biodegradables que salen directamente de los sistemas de limpieza de grandes industrias. Si estos residuos no fueran vertidos en el agua pública, tendrían que ser neutralizados -en instalaciones equipadas para neutralizar los tipos de residuos más peligrosos- a un coste de $1.40 por galón (o incluso más, dependiendo de cuánto cadmio, plomo, uranio y arsénico también estén presentes). Hoy en día las ciudades compran estos contaminantes, sin refinar, y los vierten -con plomo, arsénico y todo- en nuestros sistemas de agua. Los silicofluoruros son casi tan tóxicos como el arsénico y mucho más tóxicos que el plomo.1,2
La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) ha dicho recientemente que es de vital importancia la disminución de los niveles tanto de plomo como de arsénico en nuestros suministros de agua, y su meta oficial es una cantidad de cero partes por millón (0 ppm). Dado que este es el caso, ¿por qué alguien recomendaría la adición de silicofluoruros al agua, cuando estos contienen plomo y también arsénico?3
El 2 de julio de 1996, el científico de la EPA, J. William Hirzy, PhD, declaró: “La revisión llevada a cabo por nuestros miembros a partir del cuerpo de evidencia en los últimos once años, incluyendo estudios epidemiológicos en humanos y animales, indica una relación causal entre los fluoruros/la fluoración y el cáncer, el daño genético, la discapacidad neurológica y las enfermedades óseas. Los recientes estudios epidemiológicos que conectan a la exposición a los fluoruros con un Coeficiente Intelectual disminuido son particularmente preocupantes.”4
El estudio más grande de caries dentales en Estados Unidos (llevado a cabo por el Instituto Nacional de Investigación Dental en 1987, en 84 ciudades) comprobó que no existe diferencia significativa en las tazas de incidencia de caries entre 39 000 niños fluorados, parcialmente fluorados, o sin fluorar, de entre 5 y 17 años. Los medios de comunicación nunca han revelado estos hechos. El estudio tuvo un costo para nosotros, quienes pagamos impuestos, de $3 670 000. Sin lugar a dudas, es nuestro derecho saber los resultados.5
Newburgh y Kingston, ambas en el estado de Nueva York, fueron dos de las ciudades utilizadas para probar (y comparar) la fluoración en un inicio. Un estudio reciente del Departamento Estatal de Salud de New York mostró que, luego de 50 años de fluoración en Newburgh, los niños tienen un número de caries ligeramente mayor que los niños en Kingston, ciudad que nunca ha sido fluorada.5
El reciente estudio de California patrocinado por la Fundación para la Salud Dental, sobre la fluoración, demostró que California tiene solamente alrededor de un cuarto la cantidad de flúor en el agua en comparación a la cantidad promedio en todo el país, sin embargo, los niños de quince años de California tienen menos caries dentales que el promedio nacional.6
Desde que el Servicio de Salud Pública completó su experimento de fluoración de diez años en Newburgh y Kingston, los proponentes de la fluoración se han encargado de aclamar repetidamente que el fluoruro, añadido al agua bebible, puede reducir las caries tanto como un 60 a 70 por ciento. Lo cierto es que la adición de flúor al agua nunca ha prevenido las caries, simplemente las retrasa al provocar un malfuncionamiento genético que hace que los dientes erupcionen más tarde de lo normal. Este retraso hace posible leer las estadísticas de manera incorrecta “sin mentir”. Los proponentes de la fluoración consideran los dientes que aún no han erupcionado como “sin caries”. Es así que pueden asegurar que los niños fluorados de Newburgh tienen 100 por ciento menos caries dentales a la edad de 6 años; 100 por ciento menos a la edad de 7; 67 por ciento menos a la edad de 8, 50 por ciento menos a la edad de 9, y 40 por ciento menos a la edad de 10.
Evidentemente, al no haber aparecido totalmente los dientes antes, el único dato que debe considerarse es el de una reducción de 40 por ciento a la edad de 10, sin embargo, el Servicio de Salud Pública totalizó las cinco reducciones mostradas, y luego las dividió entre cinco para obtener lo que denominaron “una reducción general del 70 por ciento”.
Si el departamento de salud hubiera continuado su encuesta más allá de la edad de 10 años, hubieran encontrado un porcentaje de reducción de caries que continuaría cayendo en picada como 30…20…0, hasta que eventualmente los niños bebiendo agua fluorada tendrían más caries -y no menos. Una vez que los dientes emergen, la tasa en que estos contraen caries es idéntica. En otras palabras, aquel “65 por ciento menos caries dentales” es simplemente una ilusión estadística. Realmente nunca ocurrió.7
Los científicos de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) concluyeron recientemente, luego de estudiar toda la evidencia, que el suministro de agua público no debería usarse “como un vehículo para diseminar esta sustancia tóxica y sin uso preventivo alguno.” Ellos sintieron que debería existir “un alto inmediato al uso de las reservas de agua potable del país como lugares de desecho para los residuos tóxicos de la industria de fertilizantes fosfatados.” Desafortunadamente, en este asunto, la administración de la Agencia de Protección Ambiental no está del lado de sus propios científicos, sino de la industria.8
En la actualidad las tasas de caries dental en el país han disminuido, pero esto es cierto tanto para las tasas de caries dentales en zonas del país fluoradas y no fluoradas, al igual que en Europa donde la fluoración del agua no es algo común. El Instituto Pasteur y el Instituto Nobel han logrado a la fecha la prohibición de la fluoración en sus países (Francia y Suecia). De hecho, gran parte de los países desarrollados han prohibido, detenido o rechazado la fluoración.9
Varios estudios recientes, aquí y en el extranjero, muestran que la fluoración está relacionada con tazas mayores -y no menores- de caries, al mismo tiempo que ningún estudio ha sido presentado demostrando ahorro económico alguno gracias a la fluoración. La afirmación de que la fluoración significa ahorros económicos, común entre los proponentes de la fluoración, ha sido investigada por un estudio de la corporación Rand, determinando que “es algo que simplemente no está garantizado según la evidencia disponible.”10 De hecho, los dentistas tienen ganancias económicas 17 por ciento mayores en áreas fluoradas en comparación a las áreas no-fluoradas.11 Los ahorros en costos por la fluoración no existen.
Mientras tanto, la incidencia de fluorosis dental se ha elevado dramáticamente. La fluorosis dental no es solo un “efecto cosmético”, como frecuentemente hacen referencia a ella. El diccionario de inglés Webster’s Encyclopedic Unabridged Dictionary indica: “La fluorosis es envenenamiento por fluoruros.” Actualmente, en Norte América, la fluorosis dental prevalece y presenta un aumento que va desde alrededor del 5 por ciento hasta el 65 por ciento en áreas fluoradas, y del 5 por ciento al 40 por ciento en áreas no fluoradas.12 Los niños afro estadounidenses experimentan una tasa de fluorosis dental del doble que los niños estadounidenses blancos, que tiende además a ser más severa.13 El uso generalizado y descontrolado de los fluoruros en nuestras aguas bebibles, productos dentales, alimentos y bebidas (todos aquellos que hayan sido cultivados y/o procesados en zonas fluoradas), está causando una grave sobreexposición a los fluoruros en la población de Estados Unidos.
Un gráfico de la Asociación Dental Americana del año 1995, muestra a cierto fármaco con fluoruro como no indicado para infantes por debajo de los seis meses de edad. También muestra que, poniendo fluoruros en el agua, todos los niños por debajo de los seis años de edad estarían siendo expuestos a una sobredosis de fluoruros.14
La Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) asegura que el fluoruro es un fármaco de prescripción médica, no un nutriente mineral. Entonces, ¿cómo es que alguien tiene derecho a poner un fármaco en el suministro de agua, cuando esto significa que no podemos ejercer control sobre la dosificación? Las personas que toman mucha agua, como los diabéticos y los atletas, estarían siendo sobre dosificado; los estudios han comprobado que el 1 por ciento de las personas son alérgicas al agua fluorada. En la actualidad, la fluorosis dental está apareciendo en un número inusual de niños, incluso en zonas no directamente fluoradas.
Y en el caso en que los fluoruros tuvieran un efecto positivo en los dientes, ¿acaso el agua no debería ser tan segura como sea posible para todos? ¿Por qué aquellos que no están de acuerdo con su consumo tendrían que ser forzados a hacerlo? ¿Dónde ha quedado la “Libertad de Elección”? Todos sabemos que los fluoruros no son “solo uno de los cuarenta químicos utilizados para tratar el agua”, sino que son el único químico añadido para tratar a las personas. Es una medicación obligatoria, lo cual es inconstitucional. Existen otras alternativas que no infringen los derechos de todos los consumidores a elegir su propia forma de medicación.16
Cuando a las personas se les da la opción de votar en relación a la fluoración, lo más común es que voten en contra. En la mayoría de casos, en todo el país, es la asamblea del municipio local la que impone la fluoración en las personas. Para quienes promueven la fluoración, es mucho más fácil convencer a unos pocos miembros de la asamblea que a todo el público en general. Simplemente no deberíamos tener que pelear por mantener un residuo tóxico fuera de nuestro suministro de agua.
Conclusión: la fluoración no nos trae beneficio alguno. Lo que realmente está pasando es que estamos pagando a las industrias de fertilizantes agrícolas fosfatados por sus residuos tóxicos. La fluoración contribuye con muchos problemas de salud, aumenta nuestras cuentas en el dentista, y solo causa más (y no menos) sufrimiento. Los únicos que ganan con la fluoración son las grandes empresas, no nuestros niños, ni nosotros.
El 24 de noviembre de 1992, Robert Carton, PhD, quien antes fuera un científico de la Agencia de Protección Ambiental, declaró lo siguiente: “La fluoración es el fraude científico más grande de este siglo, o quizás de todos los tiempos”. ¿Parece imposible? No, no lo es, fraudes así existen -¡solo veamos cuántos millones de personas en algún momento fueron engañadas por la industria del tabaco!
Referencias
- George Glasser, Journalist, St. Petersburg, FL, “Fluoridation: A Mandate to Dump Toxic Waste in the Name of Public Health,” July 22, 1991.
- E. Gosselin et al, Clinical Toxicology of commercial Products, 5th ed., 1984. U.S. EPA Maximum Contaminant Levels (MCL) EPA/NSF Standard 60.
- San Diego Union Tribune, May 25, 2000, “EPA proposes stricter rules for arsenic levels in water supplies,” and Associated Press, Jan. 17, 2001, “EPA Orders Sharp Reduction in Arsenic Levels in Drinking Water,” by H. Josef Hebert.
- Letter of July 2, 1997, from J. William Hirzy, Ph.D. to Jeff Green. The union (now NTEU, Chapter 280) consists of and represents all of the toxicologists, chemists, biologists and other professionals at EPA headquarters, Washington, D.C.
- “New studies cast doubt on fluoridation benefits,” by Bette Hileman, Chemical & Engineering News,Vol. 67, No. 19, May 8, 1989. “Recommendations for Fluoride Use in Children,” Jayanth V. Kumar, D.D.S., M.P.H.; Elmer L. Green, D.D.S., M.P.H., Pediatric Dentistry, Feb. 1998.
- San Diego Union Tribune, Sept. 1, 1999.
- Konstatin K. Paluev, Research and Development Engineer, “Fluoridation Benefits–Statistical Illusion,” testimony before the New York City Board of Estimate, Mar. 6, 1957.
- William Hirzy, EPA Union Vice-President, “Why EPA’s Headquarters Union of Scientists Opposes Fluoridation,” May 1, 1999.
- Mark Diesendorf, “The mystery of declining tooth decay,” Nature, July 10, 1986, pp. 125-29.
- “The Truth About Mandatory Fluoridation,” John R. Lee, M.D. Apr. 15, 1995.
- The Journal of the American Dental Association, Vol. 84, Feb. 1972.
- E. Heller, et al, Journal of Public Health Dentistry, Vol. 57: No. 3 Summer 1997.
- National Research Council, “Health Effects of Ingested Fluoride,” 1993, p. 44.
- Pediatrics, May 1998, Vol. 95, Number 5.
- Food and Drug Administration letter dated Aug. 15, 1963.
- Abbot Laboratories, Scientific Divisions, North Chicago, IL, June 18, 1963.
Este artículo formó parte de la revista trimestral de la Fundación Weston A. Price: “Wise Traditions in Food, Farming and the Healing Arts”, en la edición de verano de 2001.
Sobre Anita Shattuck
Anita Shattuck trabaja haciendo frente a la fluoración de los suministros de agua pública en Escondido, California. Contacto: (760) 752-1621. Otras iniciativas de oposición a la fluoración ocurren en Santa Monica, CA y en el estado de Ohio. Para mayor información contactar al grupo Citizens for Safe Drinking Water, al número (800) 728 3833, y la cuenta de Facebook “Fluoride Action Network”. Para revisar el libro “50 Reasons to Oppose Fluoridation”, escrito por el Dr. Paul Connett, Profesor de Química en la Universidad St. Lawrence, NY 13617, ir a www.fluoridealert.org
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Silvio Diaz fernandez says
en mexico añaden fluoruro a la sal en los estados donde el agua no tiene fluoración… muy triste, como podremos combatirlo?