19 de octubre de 2005, por Jen Allbritton
Traducido por Verónica Belli Obando
La comida es lo que nos nutre el cuerpo y nos hace saludable y fuertes —especialmente cuando estás en las primeras etapas del desarrollo. La nutrición infantil es crítica para asegurar un desarrollo adecuado, maximizar las capacidades de aprendizaje, y prevenir las enfermedades. En ningún otro momento de la vida la nutrición es tan importante como en este momento. Pero, ¿qué alimentos son los mejores? La investigación disponible señala claramente en la dirección de los principios de la Weston A. Price Foundation.
Pecho o botella
Numerosos estudios respaldan los beneficios de la lactancia. Por ejemplo, los bebés que han lactado tienden a ser más robustos, inteligentes, y libres de alergias y otras quejas como las dificultades intestinales.1 Otros estudios han demostrado que los infantes que han lactado tienen tasas menores de enfermedades respiratorias e infecciones de oído.2,3 Algunos investigadores creen que los infantes que han lactado tienen mayor potencial académico que los infantes que han sido alimentados con fórmula, aparentemente debido al contenido del ácido graso DHA que está presente en la leche de la madre y no forma parte de la mayoría de fórmulas de Estados Unidos.
Sin embargo, otros estudios demuestran lo opuesto. En 2001, un estudio encontró que los niños lactantes tenían más asma que los alimentados con botellas.5 Un estudio sueco encontró que los infantes lactantes tenían las mismas probabilidades de desarrollar infecciones del oído6 y cáncer7 en la infancia que los bebés alimentados con fórmula.
Entonces, ¿qué es lo mejor para un bebé? Lo mejor es que nos enfoquemos en la nutrición. En definitiva, la leche materna está perfectamente diseñada para el desarrollo físico y mental de un bebé, pero esto solo es verdad cuando la madre cubre sus necesidades nutricionales.
La dieta típica moderna está plagada de productos hechos de azúcar, harina blanca, aditivos, y grasas y aceites comerciales que no son los más apropiados para nutrir y construir un cuerpo. Una nutrición adecuada es necesaria para crear una leche que contenga todo lo que un bebé necesita para crecer y desarrollarse. Esto incluye proteínas de buena calidad de alimentos como las carnes alimentadas con pasto y los órganos, grasas de buena calidad de la mantequilla, el aceite de coco, el aceite de oliva, el aceite de hígado de bacalao, y las yemas de huevo, así como alimentos ricos en carbohidratos complejos como los vegetales, los granos enteros y las legumbres. Alimentos nutritivos, enteros y naturales, con énfasis en las grasas saludables.
En un mundo perfecto, con una nutrición perfecta toda mujer podría dar de lactar. Desafortunadamente, no vivimos en un mundo perfecto. ¿Qué hay de los casos en los que hay muy poco suministro de leche, en los que la madre no está bien de salud, o en los que el bebé es adoptado? Felizmente, existe la posibilidad de preparar una fórmula para bebés en casa a partir de alimentos nutritivos.
Después de (o con) el pecho o la botella
Idealmente, la lactancia debería mantenerse por un año, o por al menos seis meses en el caso de las madres que necesitan volver a trabajar. El primer año de vida requiere de un gran espectro de nutrientes, incluyendo grasas, proteína, colesterol, carbohidratos, vitaminas y minerales. Una vez que la leche materna deja de ser la única fuente de estos nutrientes, ¿a dónde se debe acudir para obtenerlos?
Existen tres conceptos que debemos mantener en mente. Primero, prepara tú mismo la comida para tu bebé. Evita los alimentos procesados y refinados tanto como sea posible, incluyendo muchas marcas de comida para bebés; estas usualmente han sido refinadas despojándolas de nutrientes, y se les ha añadido ingredientes que son indeseables. Siempre es mejor hacer tu propia comida para bebés aparte de alimentos enteros y en lo posible orgánicos. (Puedes congelarlo en porciones para su uso posterior). Es verdad que existen marcas de comida para bebé de mejor calidad y sin aditivos innecesarios, como Earth’s Best, pero aun así será preferible preparar la comida en casa, especialmente teniendo en cuenta que solo es el inicio de muchos años en que deberemos acostumbrarnos al ritmo de preparar la mejor comida posible para nuestros hijos.
En segundo lugar, ve lentamente y sé observador; cada bebé tendrá una respuesta individual a diferentes comidas. Introduce los alimentos nuevos uno a la vez, y continúa dándole esa misma comida por al menos cuatro días para descartar la posibilidad de una reacción negativa. Entre los signos de intolerancia están el enrojecimiento alrededor de la boca; la hinchazón abdominal, los gases y la distensión; la irritabilidad, la susceptibilidad, la hiperactividad y el despertarse en medio de la noche; la constipación y la diarrea; tener reflujo frecuentemente; congestión nasal y de pecho; y el enrojecimiento, agrietamiento e inflamación de la piel, como en un eczema.8
Finalmente, en tercer lugar, debemos respetar el sistema digestivo de un infante, aún en desarrollo. Los bebés tienen una producción limitada de enzimas, las cuales son necesarias para la digestión de los alimentos. De hecho, toma hasta 28 meses, justo el tiempo aproximado en que los dientes molares se han desarrollado completamente, para que las enzimas que degradan los carbohidratos, más específicamente la amilasa, se encuentren totalmente operativas. Alimentos como los cereales, los granos y los panes son muy difíciles de digerir para nuestros pequeños. Por eso, estos deberían ser de los últimos en introducirse. (Nota: el pequeño intestino del bebé sí produce una enzima para degradar carbohidratos, que es la lactasa, para la digestión de la lactosa en la leche.1)
Los alimentos introducidos muy tempranamente pueden causar problemas digestivos e incrementar la probabilidad de alergias (particularmente a aquellos alimentos que han sido introducidos temprano). El sistema digestivo del bebé, aún inmaduro, deja pasar partículas grandes de alimento para ser absorbidas. Si estas partículas alcanzan el torrente sanguíneo, el sistema inmune monta una respuesta que genera una reacción alérgica. Seis meses es la edad típica en que los sólidos son introducidos,9,10,11 sin embargo, existen algunas excepciones.
Los bebés producen enzimas funcionales (pepsina y enzimas proteolíticas) y jugos digestivos (ácido clorhídrico en el estómago) que trabajan sobre las proteínas y grasas.12 Esto tiene perfecto sentido dado que la leche de una madre saludable tiene un 50-60 por ciento de su energía como grasas, contenido crítico para el crecimiento, la energía y el desarrollo.13 Adicionalmente, el colesterol en la leche materna le da al infante cerca de seis veces la cantidad que la mayoría de adultos consumen de la comida.13 En algunas culturas, a la nueva madre se le incentiva a comer de seis a diez huevos al día y casi 200 gramos de pollo y cerdo diariamente por al menos un mes luego del parto. Esta dieta rica en grasas asegura que su leche tenga las cantidades adecuadas de grasas saludables.14
Es así que los primeros alimentos sólidos de un bebé deberían ser en su mayoría alimentos de origen animal, debido a que su sistema digestivo, a pesar de ser inmaduro, está mejor equipado para suministrar enzimas para la digestión de las grasas y las proteínas que para la digestión de los carbohidratos.1 Esto explica por qué la investigación actual señala a las carnes (incluyendo los órganos) como una primera comida altamente nutritiva para el bebé.
¿El cereal es un buen primer alimento?
Recuerda: la cantidad de leche disminuye cuando se introducen los alimentos sólidos. Esta disminución puede abrir paso a insuficiencias en un número de nutrientes críticos para el crecimiento y desarrollo normales del bebé. Los nutrientes que generalmente quedan limitados cuando empieza la alimentación sólida son las proteínas, el zinc, el hierro y las vitaminas B. Un grupo alimenticio que tiene estos nutrientes en amplias cantidades es la carne.
Desafortunadamente, se suele aconsejar ampliamente dar cereal como primer alimento. Un reciente estudio sueco sugiere que cuando a los infantes se les da cantidades sustanciales de cereal, pueden sufrir de bajas concentraciones de zinc y de menor absorción de calcio.15
En Estados Unidos, la Dra. Nancy Krebs lideró un gran estudio de crecimiento infantil, en el que se encontró que los infantes alimentados con leche materna que recibieron carne aplastada o hecha puré como primer alimento, empezando entre los cuatro y cinco meses, crecieron a un ritmo ligeramente mayor. El estudio de Krebs sugiere que la ingesta inadecuada de proteína o zinc de los alimentos que se suele dar a los infantes puede limitar su crecimiento en el periodo en que ingieren sólidos. Tanto los niveles de zinc como de proteína eran consistentemente más altos en la dieta de los infantes que recibieron carne.16 Es así que la costumbre de dar grandes cantidades de cereal y excluir las carnes antes de los siete meses de edad puede estar resultando en una ingesta insuficiente frente a los requerimientos nutricionales del infante.17
La carne también es una excelente fuente de hierro. El hierro de tipo hemo (el tipo que se encuentra en los alimentos animales) se absorbe mejor que el hierro que encontramos en las fuentes vegetales (no-hemo). Adicionalmente, la proteína en la carne ayuda al bebé a que absorba más fácilmente el hierro de otros alimentos.18 Dos estudios recientes19,20 examinaron el estado de hierro en infantes alimentados con leche materna, quienes recibieron carne a principios de su alimentación complementaria. Mientras que los investigadores no encontraron cambio alguno medible en las reservas de hierro de los bebés alimentados con leche cuando recibieron una mayor cantidad de carne, los niveles de hemoglobina (células que contienen hierro) que circulaban en el torrente sanguíneo sí incrementaron. La carne también contenía una cantidad mucho mayor de zinc que los cereales, siendo una mejor fuente de este nutriente.21 Estos estudios respaldan las prácticas de los grupos tradicionales, quienes ofrecen carne —comúnmente hígado— como el primer alimento complementario. Además, la incidencia de reacciones alérgicas a la carne es mínima, e incluso menor cuando se ofrece en forma de puré.17,22,23,24
Sin temor a las grasas
Los pediatras saben bien que los niños alimentados con dietas bajas en grasa y bajas en colesterol no tienen un crecimiento adecuado. Después de todo, gran parte de la leche de la madre es grasa, mucha de ella grasa saturada. Los niños necesitan niveles altos de grasa a lo largo de su crecimiento y desarrollo. La leche y las grasas animales dan energía y también ayudan a los niños a construir músculos y huesos.1 Adicionalmente, las grasas animales proveen vitaminas A y D, necesarias para la asimilación de proteínas y minerales, el crecimiento normal, y la producción de hormonas.27
Elige alimentos variados de manera que tu hijo tenga una variedad de grasas a disposición, pero siempre pon énfasis en las grasas saturadas, que se encuentran en la mantequilla, los sebos de animales y el aceite de coco, y en las grasas monoinsaturadas, que se encuentran en la palta y el aceite de oliva.
Alimentos que debemos introducir
Las yemas de huevo, ricas en colina, colesterol, y otras sustancias que nutren el cerebro, pueden ser añadidas a la dieta de tu bebé desde los cuatro meses1, siempre que el bebé las consuma con facilidad (si el bebé no reacciona bien a la yema de huevo a esa edad, descontinúala e intenta de nuevo un mes después). El colesterol es vital para el aislamiento de los nervios en el cerebro y el sistema nervioso central entero; ayuda con la digestión de las grasas al incrementar la formación de los ácidos biliares, y es necesario para la producción de muchas hormonas. Dado que el cerebro es tan dependiente del colesterol, es de vital importancia durante este tiempo en que el crecimiento del cerebro ocurre a grandes velocidades.25 La colina es otro nutriente crítico para el desarrollo cerebral. La práctica tradicional de ofrecer yemas de huevo entre los primeros alimentos está respaldada por la investigación actual. Un estudio publicado en la edición de junio de 2022 de la revista médica American Journal of Clinical Nutrition comparó los efectos nutricionales de alimentar a los infantes de 6-12 meses de edad con yemas de huevo regulares, yemas de huevo enriquecidas, y sin yemas de huevo. Los investigadores encontraron que, tanto entre los infantes alimentados con fórmula como con pecho, quienes consumieron yemas de huevo tenían mejores niveles de hierro en comparación a quienes no. Además, aquellos infantes que consumieron las yemas de huevo enriquecidas con ácidos grasos adicionales tenían niveles de entre un 30 y 40 por ciento mayores de DHA que aquellos alimentados con yemas de huevo regulares. No se observó ningún efecto significativo en los niveles de colesterol sanguíneo.26
Así, la mejor opción para el bebé es consumir yemas de huevo de gallinas criadas en pastos, alimentadas con insectos, alimento a base de pescado, y alimento a base de lino, dado que estos contienen niveles altos de DHA. ¿Y por qué solo la yema? Porque la clara es la porción que normalmente causa reacciones alérgicas, por eso es preferible esperar hasta que tu hijo tenga al menos un año para ofrecerle la clara del huevo.1,11
No te restrinjas de poner una pizca de sal en la yema de huevo para tu hijo. Si bien muchos libros advierten sobre la ingesta de sal en los infantes, la sal en realidad es crítica para la digestión, así como para el desarrollo cerebral. Utiliza sal sin refinar para suministrar una variedad de minerales traza.
Alrededor de los cuatro meses es un buen momento para empezar a ofrecer aceite de hígado de bacalao, una excelente fuente de los ácidos grasos omega-3 DHA y EPA (también importante para el desarrollo cerebral) así como de las vitaminas A y D. Comienza con ¼ de cucharadita de aceite hígado de bacalao, y duplica la cantidad hacia los 8 meses.12 Utiliza un gotero al inicio; luego el bebé puede tomar el aceite de hígado de bacalao mezclado con un poco de agua o de jugo de naranja fresco.
Si es bebé es bastante maduro y parece tener hambre, podría comer también puré de plátano durante este periodo. Debe ser plátano maduro, una buena opción porque contiene la enzima amilasa para digerir los carbohidratos.1
A los seis meses
A los seis meses —o incluso antes si el bebé está listo— se pueden introducir las carnes en puré. Las carnes les asegurarán la ingesta adecuada de hierro, zinc y proteína, al disminuir la cantidad que consumen de la leche materna y/o fórmula.17
A esta edad se pueden introducir diversas frutas. Se les puede dar palta, melón, mangos y papaya crudos y hechos puré. Las frutas altas en pectina, como los duraznos, los damascos, las manzanas, las peras, las cerezas y las bayas, deberían primero cocerse para romper la pectina, la cual puede ser bastante irritante para el tracto digestivo.
A medida que el tiempo pasa, es posible avanzar en complejidad en cuanto a la textura de la comida. Entre los seis y los ocho meses, es posible introducir los vegetales, uno a la vez de manera que no se produzca ninguna reacción adversa. Las zanahorias, los camotes y las beterragas son opciones excelentes para comenzar. Todos los vegetales deberían ser cocidos, hechos puré, y mezclados con cantidades abundantes de grasa, como mantequilla o aceite de coco, para aumentar la carga de nutrientes y facilitar la digestión.
La introducción temprana de distintos sabores siempre es buena idea para evitar que los niños sean quisquillosos con los sabores. Dale a tu hijo o hija un poco de suero de mantequilla, yogurt, o kéfir de tiempo en tiempo, para familiarizarlo con el sabor agrio. Las raíces lacto-fermentadas, como el camote o el taro, son otro alimento excelente para introducir a los bebés en esta época.
A los ocho meses
En este momento el bebé puede consumir una variedad de alimentos, incluyendo cremas de vegetales, estofados, y lácteos como el queso cottage, el queso crudo maduro, la crema de leche, y la cuajada. No alimentes a tu bebé con granos/semillas hasta que haya cumplido un año, con la posible excepción de arroz integral adecuadamente remojado y luego bien cocido —este alimento puede servirse antes del año a los bebés que son muy maduros.
Al año
Los granos, las nueces y las semillas deberían ser el último grupo de alimentos que se introduzca a los bebés. Este grupo de alimentos tiene el mayor potencial para causar alergias y perturbaciones al sistema digestivo. Los bebés no producen las enzimas necesarias para digerir los cereales antes del año, especialmente aquellos que contienen gluten, como el trigo. Incluso a esa edad, es una práctica tradicional común remojar los granos en agua y un poco de yogur o de suero de mantequilla por hasta 24 horas. Este proceso acelera la actividad enzimática en los alimentos y empieza a romper algunos de los componentes más difíciles de digerir. Los granos que se digieren con mayor facilidad son aquellos sin gluten, como el arroz. Cuando los granos son introducidos, deberían ser remojados por al menos 24 horas, y cocidos con mucho líquido por un tiempo prolongado. Esto resultará en unas gachas ligeras y de sabor agrio que puede mezclarse con otros alimentos.29
A partir del primer año, se puede ofrecer vegetales de hojas verdes cocidos, así como frutas cítricas, vegetales de ensalada crudos, y huevos enteros.
Consejos adicionales
- ¿Cómo sabes cuando es momento de introducir los sólidos? Observa las señales de tu bebé. Cuando los infantes están listos para los sólidos, naturalmente empiezan a inclinarse y abrir su boca hacia los alimentos cuando los ven. Además, los bebés deberían ser capaces de sentarse y coordinar la respiración con la deglución. Finalmente, los infantes deben haber dejado de sacar la lengua cuando una cuchara o un pedazo de alimento se pone en su boca —un reflejo común en los infantes, que desaparece aproximadamente a los cuatro meses.30
- Ten en mente que todos los bebés son distintos y no van a disfrutar o tolerar las mismas comidas o texturas. Experimenta con ofrecer distintas comidas con distintas texturas. Recuerda, solo porque a tu bebé no le gusta un alimento la primera vez que se lo presentas no significa que no le va a gustar en las siguientes veces. Continúa ofreciéndole los alimentos, sin forzarlo a que los coma.
- La comida del bebé debería ser ligeramente salada con sal sin refinar, pero no es necesario añadir otros sazonadores al inicio, como las hierbas y ajíes. Para la edad de 10-12 meses, tu bebé podrá disfrutar de una variedad de condimentos naturales.
- Para incrementar la variedad, toma una pequeña porción de la misma comida que estás preparando para el resto de la familia (antes de añadir condimentos), y conviértela en puré.
- Para hacer la comida cada vez más espesa, haz puré la mitad de la comida, y aplasta la otra mitad solo un poco, de manera que al combinarlos la textura sea más gruesa.
- Los alimentos en bastón congelados son una buena manera de aliviar el dolor de dientes de tu bebé
- Mantén a la mano una selección de yogur sin sabor, queso cottage, huevos, fruta fresca, y vegetales frescos o congelados para preparar comida para bebé casi instantánea en cualquier momento —incluso cuando estés de viaje.
- Existen distintas ideas en cuanto al mejor momento para ofrecer agua a los bebés. Muchos recursos sugieren dar agua al mismo tiempo que se introducen los sólidos. Ten en cuenta que la leche provee la mayoría de nutrientes en los primeros 6-9 meses, así que es importante no dejar que el bebé se llene mucho con agua. Cuando los sólidos forman ya gran parte de la dieta, se necesitará más líquido para la hidratación y la digestión. Además, el calor extremo, la deshidratación, los vómitos y la fiebre también pueden indicar una necesidad adicional de agua. Lo principal es seguir las señales de tu hijo. Siempre dale el agua más limpia posible a tu hijo.
Simplemente DI QUE NO
Una advertencia importante: no optes por jugo de frutas porque contienen muchos azúcares simples y podría arruinar el apetito de un niño por los alimentos más nutritivos. Los alimentos a base de soya, la margarina y los aceites de cocina, así como los lácteos industriales, deberían de evitarse, así como todo producto “bajo en grasa”.
Cabe mencionar que la grasa en el cuerpo de los bebés es algo bueno; los bebés necesitan esos kilos extra para todo el desarrollo milagroso que están experimentando en sus cuerpos. Los bebés rollizos pueden perfectamente convertirse en adultos esbeltos.
El sentido común debe prevalecer al alimentar a un infante. Una madre lactante naturalmente produce la nutrición necesaria para su hijo si ella consume suficientes nutrientes. La composición de la leche materna saludable nos da un modelo para las necesidades de un bebé en ese momento. Finalmente, sé un ejemplo para tu hijo. Si bien no podrás controlar lo que ingresa a su boca por siempre, puedes dejar una huella en su vida teniendo buenas elecciones en tu alimentación y como resultado una salud vibrante.
Yema de huevo (4 meses +)
Hierve un huevo por tres a cuatro minutos (más mientras mayor sea la altitud), quita la cáscara, descarta la clara y aplasta la yema añadiendo una pizca de sal sin refinar. La yema debe estar suave y tibia. Pueden añadirse pequeñas cantidades de hígado gratinado, crudo, y orgánico (que haya sido congelado por 14 días) luego de los seis meses. Algunas mamás reportan que sus bebés incluso prefieren la yema con el hígado. (Extraído del libro Nourishing Traditions de Sally Fallon)
Puré de carnes (6 meses +)
Cocina la carne delicadamente en agua filtrada, o en caldo hecho en casa, hasta que esté completamente suave, o utiliza la carne suave de estofados que hayas preparado para la familia. Antes de hacerla puré, la carne debe estar fría y en pedazos pequeños. Muele la carne en el procesador o la licuadora hasta que sea prácticamente harina de carne. En ese momento añade agua, leche materna, o los jugos de la cocción de la propia carne, hasta alcanzar la textura de puré deseada.
Paté para bebé (6 meses +)
Coloca 115 gramos de hígados de pollo orgánico y ¼ de taza de caldo o de agua filtrada en una olla. Lleva a hervor y reduce la temperatura. Hierve a fuego lento por ocho minutos. En una licuadora, coloca el hígado con el líquido, añade 1-2 cucharaditas de mantequilla y una pizca de sal sin refinar, y licúa hasta la consistencia deseada.
Puré de vegetales (6 meses +)
Utiliza zapallo, camote, chirivía, colinabo, zanahorias o betarragas. Corta los vegetales en la mitad, remueve las semillas del zapallo y hornea a 200°C por una hora, o cocina al vapor en el caso de las zanahorias y las betarragas. Añade mantequilla a la mezcla cuando estés haciendo el puré. Puedes cocer los vegetales para tu propia cena y simplemente tomar un poco y licuarlo para tu bebé. Tomado de Natural Baby Care de Mindy Pennybacker.
Salsa de fruta (6 meses +)
Utiliza duraznos, nectarinas, manzanas, arándanos, cerezas, peras, bayas, o una combinación de todas estas frutas. Note: utiliza frutas orgánicas siempre que sea posible. Corta la fruta y colócala en una olla con una taza de agua filtrada por cada ½ taza de fruta. Lleva a hervor; reduce el fuego y hierve a fuego lento por 15 minutos o hasta que la fruta esté cocida. Licúa la mezcla y cuélala si es necesario para reducir el líquido. Opcionalmente, mezcla con un poco de mantequilla o crema de leche al servir. No añadas ningún endulzante adicional. Tomado de Natural Baby Care de Mindy Pennybacker.
Puré de damasco deshidratado (6 meses +)
Hierve dos copas de agua filtrada con medio kilo de damasco deshidratados y mantén hirviendo a fuego lento por quince minutos. Reserva cualquier exceso de líquido para utilizarlo en el puré. Ahora aplasta el damasco hasta hacerlo puré, añadiendo el líquido reservado a medida que se necesite hasta alcanzar un puré suave y ligero. Opcionalmente, puede licuarse con algo de mantequilla.
Camote fermentado (6 meses +)
En 1 kg de camote, haz agujeros en cada uno de los camotes y llévalos a hornear en un horno de 150°C por alrededor de dos horas, o hasta que estén suaves. Pela y aplasta los camotes, mezclándolos con una cucharadita de sal natural y cuatro cucharadas de suero de leche. Coloca la mezcla en un tazón, cubre, y deja a temperatura ambiente por 24 horas. Luego colócala en un contenedor hermético y consérvala en la refrigeradora. (Tomado del libro Nourishing Traditions de Sally Fallon)
Natilla para bebé (6 meses +)
Mezcla 1 taza de leche cruda o de leche entera de coco, 1 taza de crema de leche cruda, 6 yemas de huevo, ½ cucharadita de vainilla, y una pizca de polvo de estevia. Vierte la mezcla en moldes pequeños enmantequillados, aptos para el horno. Coloca los moldes en un plato de Pyrex con agua. Precalienta el horno a 150°C y cocina por alrededor de 1 hora.
Batido para bebé (8 meses +)
Mezcla 1 taza de yogurt entero con 1/2 plátano o 1/2 taza de puré de frutas, 1 yema de huevo cruda (orgánico o de pastoreo) y una pizca de estevia.
Paté de coco y pescado (8 meses +)
En un procesador de alimentos, coloca 1 taza de pescado cocido que te haya sobrado, ¼ de cucharadita de sal sin refinar, ¼ de cucharadita de jugo fresco de limón y procesa con unos pocos toques. Añade ½-1 taza de crema de coco o de leche de coco entera para obtener la consistencia deseada.
Gachas de cereal para bebé (1 año +)
Mezcle 1/2 taza de harina orgánica recién molida de trigo espelta, trigo kamut, centeno, cebada o avena con 2 tazas de mezcla de agua tibia filtrada con 2 cucharadas de yogur, kéfir o suero de leche. Tape y deje a temperatura ambiente durante 12 a 24 horas. Llevar a ebullición, revolviendo con frecuencia. Agregue 1/4 de cucharadita de sal, reduzca el fuego y cocine a fuego lento, revolviendo ocasionalmente, unos 10 minutos. Deje enfriar un poco y sirva con crema o mantequilla y una pequeña cantidad de un edulcorante natural, como miel cruda. (Tomado del libro Nourishing Traditions de Sally Fallon)
Mousse De Salmón Y Arroz (1 año +)
Caliente 2 tazas de caldo de pollo hasta que hierva. Ponga a fuego lento y agregue 1/4 de taza de arroz integral empapado. Baje el fuego, cubra bien, y deje cocinar por 30 minutos o hasta que esté casi listo. Lave bien 90 gramos de salmón y quite todos los huesos con cuidado. Agregue el salmón al arroz, cubra y deje escalfar durante 10 minutos o hasta que esté completamente cocido. Deje que el salmón y el arroz se enfríen lo suficiente como para que se puedan hacer puré de forma segura en la licuadora o el procesador de alimentos. Si está demasiado espeso, agregue el agua suficiente para obtener la consistencia que desea. Sazonar con un poco de sal marina. Servir con un puré de verduras. Tomado de The Crazy Makers de Carol Simontacchi.
Mantequilla De Nueces Crujiente (1 año +)
Haga puré en cantidades iguales de nueces crujientes, miel de abejas cruda y aceite de coco. Agregue sal al gusto. Servir a temperatura ambiente. (Tomado del libro Nourishing Traditions de Sally Fallon)
ANEXOS
Alimentos por edad
- 4-6 MESES
Cantidades mínimas de alimentos sólidos, siempre que sean bien aceptados por el bebé
- Yema de huevo, si se tolera. Preferiblemente de gallinas de pastoreo. Ligeramente hervida y salada.
- Banana, aplastada, solo para bebés que son muy maduros y parecen hambrientos.
- Aceite de hígado de bacalao: 1/4-1/2 cucharadita, administrada con jeringa o gotero.
- 6-8 MESES
- Hígado orgánico: rallado congelado y añadido a la yema de huevo.
- Carnes hechas puré: cordero, pavo, res, pollo, hígado y pescado.
- Mantequilla y crema de leche: añadida a cualquier puré.
- Caldo de huesos: de pollo, res, cordero, pescado. Añadido a los purés de carne y de vegetales, u ofrecida como bebida.
- Alimentos fermentados: opcionalmente, dar pequeñas cantidades de yogurt o kéfir.
- Frutas crudas hechas puré: plátano, melón, mango, papaya, palta.
- Frutas cocidas hechas puré: damasco, durazno, pera, manzana, cerezas, bayas.
- Vegetales cocidos: zucchini, calabaza, camote, zanahoria, betarraga, con mantequilla o aceite de coco.
- 8-12 MESES
Añadir variedad e incrementar el espesor y la grumosidad de los alimentos que ya se estaban dando de los 4 a los 8 meses
- Cremas de vegetales
- Guisos caseros
- Lácteos
- Alimentos en trozos o “bastones”: bastones de zanahoria, queso fresco, trozos de banana o de palta
- Aceite de hígado de bacalao, incrementar la dosis a ½-1 cucharadita
- DESPUÉS DEL AÑO
- Granos y legumbres —debidamente remojados y cocidos
- Vegetales de hojas verdes —cocidos, con mantequilla
- Vegetales crudos de ensalada —pepino, tomates, etc
- Frutos cítricos —frescos, orgánicos
- Huevo entero —cocido
Alimentos que se deben evitar
- Hasta los seis meses: algunos alimentos, como la espinaca, el apio, la lechuga, los rabanitos, las betarragas, los nabos y las coles, pueden contener cantidades excesivas de nitrato, que puede convertirse en nitrito (una sustancia indeseable) en el estómago. Es mejor evitar los vegetales de hojas verdes hasta que el bebé cumpla 1 año. Al cocinar vegetales que puedan contener estas sustancias, es preferible descartar el agua de su cocción.
- Hasta los nueve meses: los cítricos y el tomate, que son alérgenos comunes.
- Hasta el año: debido a que los infantes no producen suficiente ácido estomacal para desactivar las posibles esporas de botulismo, los infantes no deberían consumir miel de abeja.1 Utiliza miel de caña, que contiene hierro y calcio. Las claras de los huevos también deberían evitarse hasta el año debido a su alto potencial alergénico.
- EVITAR SIEMPRE: Las margarinas, las mantecas vegetales (mayormente de soya o palma), los jugos de frutas, los alimentos a los que se les ha removido la grasa, los cereales extruidos, y todos los ultra-procesados.
Preparando comida de bebé en casa
Hacer la comida del bebé en casa puede no ser tan fácil como abrir una lata, pero llega a hacerse bastante sencillo una vez que has organizado una rutina de cocinar y congelar. Esto te da control sobre los ingredientes y los métodos de cocción con que se preparan las comidas de tu hijo, y te permite evitar los preservativos sintéticos. Con una preparación cuidadosa podrás maximizar el contenido de nutrientes y enzimas en la comida de tu bebé. Esto facilitará la digestión y la nutrición en general. Un método que ahorra mucho tiempo es cocinar y hacer puré una selección de frutas, vegetales y carnes en cantidades de adulto, y congelarlas en pequeños contenedores de vidrio o porcelana, o simplemente en moldes de hornear. Estos cubos pueden ser congelados en bolsas de congelar, siempre etiquetándolos y sellándolos, de manera que estén disponibles para su fácil descongelamiento y recalentamiento. Descongelar en el refrigerador es el método más eficiente en cuanto al mantenimiento de los nutrientes. Simplemente coloca el cubo que deseas derretir en un plato cubierto dentro del refrigerador, para que no se contamine, y se descongelará en tres a cuatro horas. Fuera del refrigerador, a temperatura ambiente, tomará solo alrededor de dos horas. Si tienes apuro, pon el cubo en un contenedor de vidrio resistente al calor, y añade algo de agua caliente.
Los bebés son poco demandantes en cuanto a la sazón de su comida, pero sí son demandantes con la textura. Lo que más importa al bebé es el espesor y la suavidad de su comida. Para aligerar un puré, añade leche de vaca, leche materna, o fórmula casera. Los purés de papas, zapallo, plátano, zanahoria, el yogurt, las pastas de nueces o semillas, son buenos espesantes.
El único equipo que necesitas es un procesador de alimentos, una licuadora, o un molinillo de comida de bebé, y un vaporizador simple para la cocina. Para darle de comer, deberás tener tazones que no se rompan, cucharas para bebés, y baberos o pecheras. Las tazas con doble asa también son obligatorias.
¿Cuánto debe comer en cada comida?
Las porciones de cada comida a las que nos referiremos a continuación son de aproximadamente una cucharada, dependiendo del tipo de envase para congelar que estés usando para congelar la comida de bebé. Empieza lentamente. Prepara una porción de tan solo una cucharadita de cualquier comida que hayas elegido. Lo más probable es que tu bebé vaya a comer solo la mitad de esa pequeña porción en sus primeros intentos con los sólidos. Finalmente, tu bebé será quien te diga cuánto debe comer. Tu principal preocupación debería ser ofrecerle comida lo más nutritiva posible. A medida que tu bebé se acostumbre a comer sólidos, puedes incrementar gradualmente el tamaño de la porción. Una vez que has descartado las alergias/sensibilidades a distintos alimentos, asegúrate de que haya variedad en lo que ofrezcas; procura ofrecer la misma comida siempre. Las siguientes son indicaciones para alimentar bebés entre los 6 y los 8 meses:
- Desayuno: leche materna o fórmula, 1 yema de huevo, 1 porción de puré de carne, 1-2 cucharadas de queso cottage o un batido.
- Almuerzo: leche materna o fórmula, 1 porción de plátano aplastado o de puré de frutas o vegetales.
- Colación/cena: leche materna o fórmula y 1 porción de puré de carne; 1-2 cucharadas de puré de camote u otro tubérculo.
Incremento de porciones para los 8-10 meses:
- Desayuno: leche materna o fórmula, 1 yema de huevo, 1-2 porciones de puré de frutas o vegetales y 1 porción de puré de carne.
- Almuerzo: leche materna o fórmula, 1-2 porciones de puré de carne, 1-3 porciones de puré de vegetales, opcionalmente un lácteo como yogurt o queso.
- Cena: leche materna o fórmula, 2 porciones de puré de carne, 1-3 porciones de puré de frutas o vegetales; yogurt o queso.
- Aperitivos: alimentos en trozos, o un batido.
Recuerda que no todos los bebés comerán la misma cantidad ni la misma comida. Este resumen de comidas es solo un ejemplo a grandes rasgos. Algunos infantes no están listos para las 3 comidas diarias hasta que tienen 9-10 meses. La lista de comidas que hemos proporcionado debe ser tomada como una referencia; considera también el desarrollo y hábitos de comer particulares de tu bebé, y las recomendaciones de su pediatra.30
REFERENCIAS
- Fallon, Sally. Nourishing Traditions. NewTrends Publishing. 1999
- Wilson AC, Forsyth JS, Creene SA, et al. Relation of infant diet to childhood health: seven year follow up of cohort children in Dundee infant feeding study. British Medical Journal, 1998; 316:21-5.
- Scariati PD. A longitudinal analysis of infant mortality and the extent of breast-feeding in the US. Pediatrics. 1997;99:5-12.
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Este artículo apareció en la revista Wise Traditions in Food, Farming and the Healing Arts, la revista trimestral de la Weston A. Price Foundation, en la edición de verano de 2005.
Acerca de Jen Allbritton
Jen Allbritton es esposa y madre. Tiene un certificado en nutrición y disfruta de investigar, escribir y experimentar en la cocina según los principios nutricionales de la WAPF. Su columna “Wise Kids” es parte regular en Wise Traditions, la revista trimestral de nuestra Fundación. Jen tiene un título en kinesiología de la Universidad de William y Mary, y ha pasado los últimos 14 años aprendiendo y enseñando sobre el efecto de la comida en nuestra salud.
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