Por Mary G. Enig, PhD Traducción del inglés por Jaime Raúl Molina.
El mantenimiento de un sistema digestivo saludable requiere la ingesta de lípidos, los cuales incluyen moléculas tales como colesterol, una apropiada provisión de ácidos grasos saturados y poliinsaturados, y otros componentes menos conocidos tales como los glicoesfingolípidos.
El colesterol es el precursos de los ácidos biliosos, los cuales son necesarios para digerir y absorber los ácidos grasos de cadenas moleculares largas. El colesterol también está reconocido como de importancia fisiológica para la piel y el intestino, donde juega un rol estructural importante como componente de las membranas del órgano. Las células que constituyen la membrana del tracto digestivo son particularmente ricas en colesterol.
Los ácidos grasos saturados cumplen su papel en la integridad de la membrana al proveer los ácidos grasos requeridos para ciertas partes de la estructura de la membrana. Entre sus varios roles están actividades de señalización que, por ejemplo, indican a la musculatura gastrointestinal cuándo contraerse. Los ácidos grasos poliinsaturados también proveen materia prima para las membranas, y funcionan como precursores de varias prostaglandinas, necesarias para mantener ciertas funciones importantes de la mobilidad intestinal.
Los glicoesfingolípidos son lípidos con una molécula simple de azúcar adherida , que se encuentra en las membranas celulares, especialmente las del cerebro. También protegen contra infecciones gastrointestinales, especialmente en infantes y niños. La leche entera es una fuente adecuada, especialmente la leche humana. La digestión grasa de fosfolípidos y otros lípidos produce partes importantes de los componentes necesarios para los tejidos. Estos lípidos especiales usualmente son fabricados por el cuerpo y no provienen directamente de la dieta.
La digestión de ácidos grasos de los triglicéridos es diferente para los ácidos grasos regulares de cadena larga (entre 14 y 22 átomos de carbono), de lo que es para los ácidos grasos de cadena mediana y pequeña (entre 4 y 12 átomos de carbono). Usualmente el 95% de la grasa queda disponible para la digestión, cuando el consumo de ácidos grasos es variado.
La digestión de grasas y aceites regulares, los cuales son usualmente triglicéridos de cadena larga, requieren ácidos biliares y lipasas. En los adultos esta digestión inicia usualmente en el intestino delgado y es llevada a cabo con la ayuda de lipasas y ácidos biliares. Los ácidos biliares contribuyen a que los triglicéridos sean emulsificados apropiadamente y las lipasas desdoblan los triglicéridos en ácidos grasos y monoglicéridos individuales en el intestino delgado. Cuando estos componentes son absorbidos a través de la pared intestinal, son reensamblados en triglicéridos y transportados hacia el cuerpo a través del sistema linfático en quilomicrones.
Los ácidos grasos de cadena corta y mediana provenientes de leche o del aceite de coco, o aceite de nuez de palma, son desdoblados de los triglicéridos sin necesidad de ácidos biliares. Son entonces enviados directamente al hígado a través de la arteria portal sin el uso de quilomicrones. En caso de una comida con una gran cantidad de ácido laurico, una parte de estos ácidos grasos de cadena mediana viaja por quilomicrones a través del sistema linfático.
La digestión grasa del colesterol y otros esteroles es con frecuencia descripta de forma incorrecta. Tanto el colesterol como otros esteroles no proveen ninguna caloría, y las cantidades absorbidas son relativamente pequeñas excepto en infantes. Los adultos probablemente absorben únicamente un aproximado de 25% del colesterol que consumen, y aún menos de otros esteroles. El colesterol juega un papel en la estructura de las membranas así como en la producción de ácidos biliares y hormonas. Otros esteroles no forman normalmente parte de los tejidos corporales salvo si son consumidos en grandes cantidades.
La gente pregunta por qué la grasa es digerida más lentamente que la proteína o los carbohidratos, y algunas veces piensan que ello significa que hay algún problema con la digestión de las grasas; sin embargo, la lenta digestión en realidad es sólo la forma de la Naturaleza de mantener una distribución pareja de la energía.
La digestión de la grasa en los infantes en algo distinta de lo que lo es en los adultos, especialmente si los infantes son alimentados con leche humana. La digestión de las grasas en el infante comienza en la boca con la operación de varias enzimas digestivas que son específicas de los infantes. Los ácidos grasos son desdoblados para poder ser bien digeridos. Una enzima especial que proviene de las glándulas mamarias de la madre, permiten que la mayor parte del colesterol de la leche materna sea absorbida por el infante. El colesterol es un nutriente muy importante para el infante, especialmente por su rol en el desarrollo del cerebro y del resto del sistema nervioso. La típica fórmula infantil moderna es bastante escasa en colesterol y también carece de la enzima necesaria para la absorción del colesterol.
REFERENCIAS
1. MI Gurr & AT James. Lipid Biochemistry: An Introduction. Chapman and Hall, London, 1971. 2. Mary G. Enig, Ph.D. Know Your Fats: The Complete Primer for Understanding the Nutrition of Fats, Oils, and Cholesterol. Bethesda Press, Silver Spring, Maryland, 2000.
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