12 de junio de 2011 por Christopher Masterjohn
Traducido por Verónica Belli Obando
En el libro “Nutrición y Degeneración Física”, Price pone gran énfasis en la degeneración ocasionada por la transición nutricional a las dietas modernas industriales. Esta afirmación podría tentarnos a simplificar el asunto y pensar que la aparición de caries dentales, así como de otras enfermedades degenerativas, es simplemente resultado de la transición a la vida y dieta moderna. De hacer esto, no estaríamos entendiendo la dinámica de lo que Price tanto enfatizó con el nombre de “sabiduría primitiva”.
La caries dental es una enfermedad antigua
Price nunca afirmó que las caries dentales sean simplemente un resultado de la alimentación moderna. Muy al contrario, escribió lo siguiente (p.297):
Con frecuencia encuentro que los cráneos antiguos presentan caries dentales de forma extendida; esto evidenciaría que los grupos primitivos no estaban más libres de caries dentales que los grupos modernos. Debemos mantener en mente que las leyes fundamentales de la Naturaleza han existido desde que los animales y el hombre han existido en la Tierra.
En efecto, la literatura científica moderna corrobora la visión de que la aparición de caries dentales es un proceso que ha acontecido desde tiempos antiguos.
Un artículo publicado acerca de las caries dentales y otros problemas dentales recoge información sobre los cazadores-recolectores del Periodo Arcaico (~8,000-1,000 AC) en la zona baja de la región Pecos de Texas (1). La investigación sugería que, a la edad de 25 años, estas personas habían perdido prácticamente todos sus molares y que, para la edad de 40 años, prácticamente todos habían perdido la totalidad de sus dientes. Los autores sugieren que, en este caso, el acontecimiento fue resultado del uso y desgaste producido por el consumo de cristales de oxalato de calcio en los cactus y agaves.
Cualquiera sea la causa, claramente no es necesario que consumamos los alimentos de la industria moderna para que aparezcan caries y ocurra desgaste dental.
El decaimiento dental puede haber sido mucho menor durante el periodo Paleolítico, pero la evidencia es bastante limitada. Sin embargo, al menos podemos concluir que la caries dental sí existió en este periodo.
La caries dental es una enfermedad antigua. En los cráneos prehistóricos se han observado caries. Al mismo tiempo, es cierto que existe un incremento generalizado en las tasas de caries en la modernidad, que puede deberse a la disponibilidad masiva del azúcar y el cambio en la dieta.
Un artículo reciente (2) que muestra nueva evidencia para las patologías dentales en los neandertales de 40,000 años atrás, calculó el número de dientes cariados entre los humanos en el suroeste de Asia durante un periodo de casi 50,000 años del Paleolítico Medio, y reportó una tasa de aproximadamente 2 por ciento de los dientes.
Dado que no toman en cuenta los dientes ausentes, estas tasas podrían tener subestimaciones significativas. Por otro lado, un indicador que señalara “dientes ausentes cariados” probablemente estaría sobreestimando la tasa de caries, al asumir que todos los dientes ausentes estaban cariados. Por supuesto, un indicador que verdaderamente acierte en la cifra de dientes ausentes y cariados al mismo tiempo es imposible de calcular con la evidencia física que poseemos.
Un artículo publicado en 2003 (3) resumió claramente la situación:
La frecuencia “real” de caries es una falacia de los estudios antropológicos; determinar esta cifra en poblaciones de calaveras es simplemente imposible.
Imagino que la tasa de caries dentales en el Paleolítico variaba ampliamente; mientras que algunas poblaciones podían estar muy bien nutridas, otras enfrentaban malnutrición debido a malas decisiones alimentarias, o quizás más comúnmente debido a la escasez en una región a medida que los recursos se iban agotando, o a medida que los grupos migraban a nuevas áreas en donde se enfrentaban a nuevos y distintos retos.
Los animales salvajes tienen caries dentales
Price resaltó que “en general, la vida animal ha escapado en gran medida a muchos de los procesos degenerativos que afectan en la actualidad al hombre blanco” (p.257). Al mismo tiempo, mencionó que “los seres humanos primitivos han estado más libres de la enfermedad (caries dentales) que la vida animal contemporánea” (p.13)
Como ejemplo, la imagen siguiente es de una caries dental en un delfín nariz de botella salvaje:
Investigadores de Brasil y Nueva Zelanda publicaron esta figura en un artículo reciente (4) que documenta las “lesiones afines a las caries” en delfines salvajes, resultado del estudio de alrededor de 27,000 dientes de casi 350 esqueletos pertenecientes a nueve especies de delfín. Los esqueletos de delfín se obtuvieron al estos haber encallado, o haberse inmovilizado de alguna manera accidental. Las “lesiones afines a las caries” se encontraron en tres por ciento de los esqueletos de delfín nariz de botella y en dos por ciento de los delfines del estuario. Las muestras eran mucho más pequeñas en el caso de las otras especies de delfín. Para algunas especies, no se encontraron ejemplos de caries y, para otras, entre el 25 y 30 por ciento de los esqueletos tenían alguna caries.
Los autores utilizaron el término “lesiones similares a las caries” debido a la controversia acerca de si los animales sin ingesta alguna de carbohidratos pueden realmente desarrollar caries dentales. Las dietas de estos delfines generalmente consisten en alimentos acuáticos como el pescado, el calamar, o los crustáceos.
Otro artículo de 2005 (5) documentó la prevalencia de caries dentales en calaveras de roedores familiares de la chinchilla y el cuy, colectados en América Central y América del Sur entre 1895 y 1994: entre diez y veinte por ciento de los agutíes, pacas, y acuchís mostraron evidencia de caries dental —estos animales prefieren alimentarse de forma exclusiva de varias frutas. En cambio, solo el 1 por ciento de los capibaras y nueve por ciento de los coipús mostraron evidencia de caries dental —estos animales prefieren alimentarse de grases y plantas acuáticas.
En contraste, la evidencia de gingivitis fue rara entre los frugívoros, pero afligía a entre el 5 y el 9 por ciento de los capibaras y coipús.
Mi intención no es hacer una revisión completa de las caries dentales en los animales salvajes. Simplemente, el punto es exponer que las caries sí existen en el mundo silvestre, y que vivir “en la naturaleza”, o de manera silvestre, no es seguridad de no contraer dicha enfermedad.
Al parecer, en este aspecto los humanos tenemos la capacidad de mantenernos en un mejor estado que los animales silvestres, pero, a la vez, nos es posible alcanzar un estado de degeneración mucho mayor que el observado en el mundo silvestre.
Sabiduría primitiva
Si las caries dentales pueden aparecer sin necesidad de la introducción de los alimentos procesados de la industria moderna, tal y como ha ocurrido según la evidencia que manejamos, ¿qué es lo que protegió a muchos de los grupos “primitivos” estudiados por Weston Price?
Según Price, estos grupos estaban protegidos no por simple casualidad, sino por una sabiduría acumulada en el asunto.
Price escribió lo siguiente (p. 161):
En mis estudios de estos varios grupos raciales encuentro que no es por accidente, sino por sabiduría acumulada en torno a la alimentación, que estas personas se mantienen en un estado excelente de salud física, al mismo tiempo que libres de nuestros procesos degenerativos modernos, y, además, que en muchos lugares de este planeta las personas primitivas tienen un amplio abanico de conocimientos que son esenciales para la vida —muchos de los cuales nuestra civilización moderna aparentemente aún desconoce. Estas son verdades fundamentales de la vida que los han colocado en una posición de armonía con la naturaleza a través de la obediencia de sus leyes nutricionales. ¿De dónde viene este conocimiento? ¿En algún pasado distante habrá existido una civilización que estaba mejor alineada con las leyes de la Naturaleza, y estos grupos son remanentes que han retenido esa sabiduría? Si esta no es la explicación, debe ser que estos grupos raciales primitivos han sido lo suficientemente hábiles en interpretar causa y efecto, para determinar por ellos mismos qué alimentos en su ambiente son mejores para producir cuerpos humanos con un alto grado de aptitud física y resistencia a la degeneración.
Y también (p.3):
Una fase muy importante de mis investigaciones ha sido obtener información de estos varios grupos raciales primitivos que indica que ellos eran conscientes de que estos males aparecerían si los padres no estaban en excelente condición física y bien nutridos al tener un hijo.
De hecho, Price declaró que “Algunos de los grupos de razas primitivas han sabido evitar varios de los problemas que enfrentan los grupos modernos a lo largo de la vida” —y no que así lo hayan hecho todos los grupos (p.5). Para Price, no era el ser “primitivos” en sí mismo lo que lograba este efecto, sino la sabiduría que los (algunos) grupos exitosos habían acumulado en el tiempo. Presumiblemente, ellos habrían aprendido a través de procesos de prueba y error; de otra manera, no tendrían manera de ser conscientes del tipo de males que aparecerían sin una alimentación adecuada.
Price citó numerosos ejemplos para sugerir que los grupos exitosos que había estudiado poseían una sabiduría alimentaria acumulada:
- A menudo, los nativos hacían grandes esfuerzos para nutrir su suelo. Después de lluvias pesadas, los aldeanos en Suiza colectaban a mano el suelo arrastrado y lo regresaban a sus pastos y campos (p.338). Sus productos lácteos eran varias veces más altos en vitaminas liposolubles que los productos equivalentes de la mayoría de fuentes europeas y estadounidenses, incluyendo las partes bajas de Suiza (p.25). Los gaélicos de las Islas Hébridas Exteriores colectaban el residuo del humo de las fogatas hechas con turba para fertilizar su suelo, material cuya eficacia fue confirmada por Price a través de un experimento en laboratorio (p.57).
- Los nativos de Columbia Británica y el territorio del Yukón (Canadá) estaban al tanto del escorbuto, y lo prevenían consumiendo las glándulas adrenales ricas en vitamina C del alce (p. 75). Estos nativos también tenían un producto vegetal que utilizaban para la prevención y cura de la diabetes tipo 1 (p.266). Price citó evidencia de que los nativos canadienses del siglo dieciséis también conocían una bebida hecha de raíces de árboles de pícea para prevenir el escorbuto (p.279). Citó además otro caso donde un nativo curó la xeroftalmia con el consumo de ojos de pescado ricos en vitamina A (p.278).
- Los nativos de los Andes, África Central, y Australia, cargaban sacos con bolas de arcilla que consumían con sus alimentos para prevenir la “enfermedad de estómago”.
- Los nativos que estudió practicaban un espaciamiento sistémico entre hijos de entre 2.5 a 4 años, y utilizaban dietas especiales durante el embarazo, la lactancia y la preconcepción, siempre para la madre y en ocasiones también para el padre (p.397-8, 401).
- Muchos de los grupos envolvían a los recién nacidos en un musgo absorbente que se cambiaba a diario, pero no bañaban al bebé hasta muchas semanas luego del nacimiento para prevenir la irritación e infección de la piel (p. 399).
- En algunas de las islas del Pacífico, los grupos que habitaban los interiores y dependían en su mayoría de alimentos vegetales, entendían la necesidad que sus cuerpos tenían por los alimentos animales del mar, y es por eso que comerciaban con los habitantes de la costa para obtener estos alimentos (p.109). Este comercio continuaba incluso en tiempos de guerra, a pesar de que la guerra a menudo empezaba durante las hambrunas, cuando ciertos miembros de las poblaciones del interior se hacían caníbales e intentaban cazar a los pescadores de las costas.
- Price observó que “el conocimiento de la ciencia veterinaria es excepcional” entre los Masai, quienes incluso sabían del efecto protector de la malaria contra la sífilis. (p.134-5).
- Los nativos peruanos sabían obtener la quinina y usarla para tratar la malaria (p.418).
- Los nativos de los Andes sabían de la gota y la prevenían con el consumo del alga kelp (p.265). Algunos grupos africanos también sabían de la gota y la prevenían con varias plantas ricas en yodo (p.402).
- Price observó que “probablemente pocas razas primitivas han llevado la calistenia y el ejercicio físico sistémico a un punto tan alto como los maorí…Esto tiene un efecto notablemente benéfico no solo en el desarrollo de la respiración profunda, sino también en el desarrollo de los músculos del cuerpo, particularmente aquellos del abdomen, con el resultado de que estas personas mantienen una excelente figura hasta en su vejez” (p.214). Esta observación coincide con el conocimiento de que el ejercicio físico bien ejecutado contribuye significativamente con el correcto mantenimiento de la densidad ósea. Price consideró no solo su dieta, sino también su “sistema de organización social”, como responsables del desarrollo de “la que ha sido reportada por los primeros científicos como la raza de físico más perfecto que vive sobre la faz de Tierra”.
Ni todo lo primitivo es sabio, ni la civilización es mala
Price no romantizó a los nativos que estudió, ni asumió que la civilización moderna siempre fuera el origen del mal. Como ejemplo, Price dio crédito a los británicos por haber desviado la atención de los habitantes de las islas Tongan y Fijian hacia el fútbol y otras competencias atléticas, en lugar de concentrarse en las guerras raciales (p.120). En opinión de Price, también era positivo para los Tongan manejar sus asuntos legalmente bajo la protección británica.
Price hacía referencia a esta civilización como “nuestra llamada civilización moderna” (p.324) precisamente porque él no se oponía a la civilización. La degeneración física que azotó a esta civilización en casi todos lados del mundo que ocupaba, lo hizo afirmar que “por supuesto, nuestra civilización está en periodo de prueba, tanto en casa como en el extranjero,” (p.128). Sin embargo, muchos de los grupos primitivos que estudió eran civilizaciones modernas en su propia manera, como los habitantes católicos de las aldeas de Suiza y de las Islas Hébridas Exteriores. Asimismo, Price tenía gran admiración por algunas civilizaciones de gran expansión como las de los Andes y la China. Tal y como he mencionado, Price habló muy bien incluso del colonialismo blanco cuando había logrado algo positivo para las poblaciones nativas que había ocupado, como en el caso de las islas Tongan.
[Nota del traductor]: Para una referencia sobre la colonización británica en las islas del pacífico, ir a la sexta Referencia (6) de este artículo.
Sabiduría versus Conocimiento
Price trazó una distinción entre la sabiduría y la mera acumulación de conocimiento.
Consideremos las dos posibilidades que resaltó para la prevención y la cura de las caries dentales (p. 301):
Existen dos posibles maneras de encarar el problema de las caries dentales. Una es conocer primero en detalle todos los factores químicos y fisiológicos involucrados, para luego proceder. La otra es conocer cómo prevenir la enfermedad, tal y como los primitivos nos han demostrado, y luego proceder. La primera es comúnmente la práctica de las personas modernas. La segunda es la alternativa que estas investigaciones sugieren que tomemos.
La ciencia moderna es muy buena en acumular conocimiento. Pero no es sabio insistir en conocer cada detalle de cada procedimiento o evento antes de tomar acción. De hecho, es bastante ilógico, si nos damos cuenta de que hemos estado procediendo según la ciencia por siglos, e incluso con las técnicas modernas aún entendemos solo un pequeño pedazo de lo que potencialmente se puede entender sobre el universo.
Muchas tradiciones pueden no ser sabias, y sería sabio ponerlas a prueba de manera rigurosa y descartarlas si muestran ser inútiles o contraproducentes. Sin embargo, descartar todas las tradiciones como si no existieran y empezar desde cero utilizando el método científico para obtener información, añadiendo nutrientes uno por uno a la harina refinada a medida que poco a poco se va descubriendo el uso de cada uno, es un gran ejemplo de la estupidez humana.
Price tenía gran respeto por lo mucho que aún no conocemos (p.258):
No uso el término “vitaminas” simplemente porque aún sabemos muy poco sobre el total de catalizadores orgánicos, aunque sí tenemos un conocimiento considerable de aquellos pocos que han sido designados con la primera media docena de letras en el alfabeto.
Esto lo llevó a decir que “a mi parecer, se hace mucho daño con la venta y el uso de substitutos para los alimentos naturales.” (p.294)
Setenta años después, este campo de la ciencia está empezando a reconocer que los alimentos pueden aportar mucho más que la suma de sus partes, y que es posible que existan otros “catalizadores orgánicos” de importancia además de las vitaminas, como los polifenoles, que pueden proveer beneficios significativos a través de un proceso llamado hormesis.
La selección natural en la sabiduría tradicional
Lo normal es que nos preguntemos por qué, si en verdad los grupos primitivos eran tan sabios, tantos de ellos han abandonaron su sabiduría alimentaria en favor de las dietas modernas que les hicieron mal.
Notemos que Price enfatizó que la sabiduría se acumula, y que la única manera de acumular sabiduría es pasando por muchos procesos de prueba y error, que involucran muchos “fracasos”.
Cada cambio ambiental con que los humanos se han topado ha requerido del desarrollo de nuevo conocimiento y habilidades. Esto incluye las grandes migraciones, así como el desarrollo de la agricultura y la ganadería. Antes de que estas transiciones pudieran estimular la acumulación de sabiduría, primero tendrían que estimular la ocurrencia de error, y como consecuencia la degeneración física.
Por supuesto, no todo grupo responde de igual manera a una transición, y existe variación incluso dentro de todas las adaptaciones que hayan sido exitosas, a veces a expensas de los grupos que fallan.
La llegada de los alimentos de la industria moderna es, de manera similar, una transición. Algunos grupos adoptaron alimentos y estilos de vida modernos simplemente porque les parecieron más atractivos, y algunos otros porque fueron forzados a hacerlo. Mientras que otros cuantos se opusieron.
Price recordó cómo, entre los habitantes de Nueva Caledonia, una isla del Océano Pacífico Sur, el acceso a los alimentos marinos se detuvo cuando los franceses quisieron establecer una colonia con una plantación de azúcar. Los nativos “entraron en la colonia por la noche y masacraron prácticamente a la población entera” (p.107).
Price también mencionó lo siguiente acerca de las tribus que estudió en África (p.160):
El nativo de África no solo sufre el saqueo de los gobernantes extranjeros, sino que, al mismo tiempo, es consciente de que su raza se deteriora al encontrarse con nuestra civilización moderna. Encontré que los nativos de África estaban completamente al tanto de que aquellas de sus tribus que habían adoptado los medios europeos de vida y de alimentación, no solo habían adquirido caries dentales, sino también otros procesos degenerativos.
Por supuesto, no todos los grupos eran lo suficientemente sabios como para notar el patrón de lo que ocurría con la modernización llegada del extranjero. De hecho, Price intentó establecer una clínica dental entre los suizos modernizados, pero, en ese punto, las personas objetaron que lo mejor era que las niñas continúen extrayendo todos sus dientes y reemplazándolos por dientes artificiales, sino de todas formas en algunos años los perderían y así no podrían casarse (p.41).
Es así que vemos que muchos grupos pueden haber sido lo suficientemente sabios para prosperar en su propio ambiente, sin necesariamente saber, o en algunos casos poder, retener dicha sabiduría en su forma de vida una vez que ocurre su encuentro con la civilización moderna. Algunos grupos pueden haber resistido a esta transición ya sea porque tenían la sabiduría suficiente o las oportunidades para hacerlo. Es así que la selección natural ha favorecido a aquellos grupos que han poseído tanto la sabiduría como la oportunidad suficiente para mantener sus formas tradicionales de vida.
En otros casos, los grupos simplemente nunca se han encontrado con la civilización moderna, y por ende han retenido sus formas tradicionales de vida por un hecho circunstancial.
Por supuesto, pensar en que hoy prevalezca la sabiduría tradicional por encima del conocimiento académico es absurdo. Y cabe mencionar que la civilización moderna es admirable en muchos aspectos, sin embargo, trae consigo el lado oscuro de su sistema alimentario.
Quizás, sin embargo, existe una luz al final del túnel. Con el abrupto incremento de infertilidad, la selección natural podría operar a favor de la sabiduría tradicional para recuperar los alimentos verdaderamente nutritivos que nos permiten concebir con facilidad. Dada la urgencia de la situación, y el deseo que tenemos de vivir bien junto con nuestros seres queridos, cada uno de nosotros tiene la posibilidad de acudir al internet, o a toda oportunidad que tengamos en los medios de comunicación modernos, para comunicar esta información y que llegue a tanta gente como sea posible —muy irónicamente, las herramientas de la civilización moderna se estarían convirtiendo en las salvadoras de ella misma.
Referencias:
- Human dental microwear caused by calcium oxalate phytoliths in prehistoric diet of the lower Pecos region, Texas – Danielson – 1998 – American Journal of Physical Anthropology – Wiley Online Library
- New Evidence of Dental Pathology in 40,000-year-old Neandertals – M.J. Walker, J. Zapata, A.V. Lombardi, E. Trinkaus, 2011 (sagepub.com)
- A new approach for calibrating dental caries frequency of skeletal remains – ScienceDirect
- Disease of Aquatic Organisms 94:225 (int-res.com)
- Effects of diet on the incidence of dental pathology in free living caviomorph rodents – PubMed (nih.gov)
- (Video) The Royal Tour: Fiji and Tonga (1954). Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=VB7j71xSqvc
Acerca de Christopher Masterjohn
Chris Masterjohn es PhD en Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Connecticut y divulgador. Pueden seguir su trabajo actual en www.chrismasterjohnphd.com
🖨️ Print post
Leave a Reply