16 de abril de 2021, por Sally Fallon Morell
Traducido por Verónica Belli Obando
Debates sobre cómo alimentar a un bebé en crecimiento abundan en internet. ¿Cuándo deberían las madres introducir los sólidos, y con qué sólidos deberían empezar? ¿Qué hay del tan popular “baby-led-weaning” —será lo correcto? ¿De verdad importa tanto qué comerá un bebé?
En estos debates online, muchas mamás están de acuerdo con el dicho de que “comer antes del año es solo por diversión”. Pero las prácticas alimentarias de los grupos no industrializados, respaldadas por la ciencia moderna, nos muestran que los primeros meses son los más importantes para iniciarlos en una alimentación adecuada, densa en nutrientes, que determinará el crecimiento y desarrollo del bebé durante los primeros años, y su salud por el resto de su vida.
¿Cuándo introducir los sólidos?
Las discusiones en internet sobre alimentación infantil empiezan con el debate en torno al mejor momento para introducir alimentos sólidos. Las instituciones médicas recomiendan la introducción de sólidos entre el cuarto y el sexto mes. Todas están de acuerdo en que el consumo de sólidos antes del cuarto mes podría predisponer a los bebés a problemas gastrointestinales y alergias; al mismo tiempo, estas organizaciones hacen notar que el retraso de la introducción de sólidos más allá del sexto mes podría ocasionar un déficit en la ingesta de nutrientes.
Estas recomendaciones sobre la introducción de sólidos son también las nuestras. La Weston A. Price Foundation está completamente de acuerdo con las consideraciones mencionadas sobre el momento para introducir los alimentos sólidos (entre los 4 y 6 meses) y el motivo por el que es el momento adecuado.
Los bebés muy maduros, o que se están desarrollando muy rápido, estarán listos para empezar con los sólidos a los cuatro meses, mientras que bebés más pequeños y menos maduros estarán listos recién a los seis meses. A menudo las mamás descubren que con la introducción de los purés sus bebés se vuelven menos quisquillosos, pasa más tiempo entre una comida y otra sin problemas, y duermen mejor toda la noche —un gran alivio para la madre a la que también le viene bien poder dormir toda la noche y ajustarse a una rutina. Por supuesto, las madres pueden y deben continuar dando de lactar o utilizando la fórmula de leche cruda por tanto tiempo como ellas elijan. Algunos bebés disfrutan de continuar lactando hasta que tienen hasta tres o cuatro años; otros pierden interés antes del año.
En los debates en internet, muchas madres se declaran en contra de dar sólidos antes de los seis meses, y algunas argumentan que los sólidos deberían de retrasarse tanto como sea posible —en otras palabras, defienden la lactancia exclusiva prolongada. Algunas alegan que el bebé puede obtener todo lo que necesita con solo la leche materna, incluso después del año de edad. Una madre, al reconocer la investigación que muestra que los bebés necesitan más hierro que el que contiene la leche materna luego de los seis meses, y que los niveles de minerales en la leche materna disminuyen con el tiempo, sugiere resolver el problema dejando al bebé tomar sus minerales jugando con tierra. Otras mencionan la “falta de interés en la comida” que tienen sus hijos, a menudo indicando que muy poca comida ingresa a la boca de un bebé cuando practican baby-led-weaning (más de esto a continuación).
Al cuestionarnos la importancia de dar sólidos a los bebés, nuestro primer paso es observar las prácticas de grupos tradicionales, y luego ver si coinciden con lo que señala la ciencia. Sobre este tema, sabemos de dos estudios que nos presentan información valiosa: uno es una encuesta de 1983 sobre las prácticas de nacimiento y lactancia en ciento ochenta y seis culturas no-industrializadas.1 El objetivo principal del estudio era observar las prácticas tradicionales de vinculación emocional, pero los autores también miraron a las prácticas de alimentación. Ellos estaban sorprendidos al encontrar que la mayoría de culturas empezaban a dar sólidos a los seis meses o incluso antes. De hecho, en un tercio de las culturas, los alimentos sólidos eran dados antes del mes de edad.
Al contrario de la expectativa de un largo periodo de lactancia materna como única fuente de nutrición para el infante, en un tercio de las culturas los sólidos eran introducidos antes del primer mes, en otro tercio entre el primer y el sexto mes, y en solo el tercio restante era postpuesto más allá del sexto mes.1
El otro estudio, una encuesta de 2001, observó las prácticas de alimentación infantil en ciento trece poblaciones no-industrializadas de alrededor del mundo.2 Los investigadores encontraron que más de la mitad de las culturas introducían alimentos sólidos antes de los seis meses, siendo el periodo más común entre los cinco y seis meses. La lactancia continuaba hasta los diez a veintinueve meses.
Algunos comentarios en internet señalan que el apoyo de la Weston A. Price Foundation a la introducción de sólidos a los seis meses es una prueba de nuestra supuesta “oposición” a la lactancia. Nada podría estar más lejos de la verdad —los alimentos sólidos se dan de manera adicional a la leche materna. Dicha combinación de alimentos sólidos y leche materna puede continuar por muchos meses.
Cabe mencionar que esto es exactamente lo que se observa en el mundo animal. Los bebés de animales toman leche de su madre de forma exclusiva solo por un periodo corto de tiempo —solo un mes aproximadamente en el caso de vacas y cerdos— y luego se nutren de una combinación de sólidos y leche materna por un periodo mucho más largo.
La razón principal para la introducción de alimentos sólidos a los seis meses es el estado de hierro del bebé. Si bien la leche materna contiene lactoferrina, que ayuda al bebé a absorber el 100 por ciento del hierro en su leche, el contenido de hierro es generalmente bajo. Una explicación para esto es que los bebés necesitan más zinc que hierro durante los primeros pocos meses de vida, y la leche materna es alta en zinc. Los bebés, además, deberían haber obtenido una buena provisión de hierro del cordón umbilical, pero generalmente el cambio de las células rojas se da en cuatro meses. A los seis meses, es muy posible que un bebé alimentado exclusivamente con leche materna tenga algún nivel de deficiencia de hierro. De hecho, los niveles de minerales empiezan a declinar en la leche de la madre casi desde el nacimiento, y continúan cayendo luego de los seis meses. Un estudio de 1984 mostró una disminución en zinc, cobre, y potasio3, y un estudio de 1990 de madres en Bangladesh documentó una disminución en zinc y cobre a medida que avanzaba el tiempo.4
Otro argumento sostiene que el intestino de los bebés es demasiado permeable para los sólidos a los cuatro meses, o incluso después. Hemos consultado la opinión de Natasha Campbell-McBride en el asunto, siendo ella una de las mayores expertas en permeabilidad intestinal en el mundo. Su respuesta: “La mayoría de bebés están listos para la introducción de los sólidos a los seis meses, pero muchos bebés están listos antes —ellos empiezan a ponerse hambrientos porque no consiguen suficiente alimento de la leche materna. Añadir fórmula a esos bebés no es buena idea; es mucho mejor empezar a alimentar con comida real, siempre que se eviten los granos, menestras, y todo vegetal almidonoso difícil de digerir. Deberían introducirse alimentos animales —caldo de carne, carnes, pescado, huevos y leche cruda fermentada, al igual que vegetales cocidos y algunos jugos recién prensados de vegetales crudos y frutas, todo de forma gradual. La pared del intestino de los bebés es permeable por una razón: porque es necesario desarrollar tolerancia oral a una gran cantidad de antígenos del ambiente. Introducir alimentos sólidos durante ese tiempo logra que el niño desarrolle tolerancia y pueda comer todo tipo de alimentos sin tener reacciones alérgicas” (No estoy segura de que estemos de acuerdo en cuanto a los jugos, pero en todo lo demás, la Dra. Campbell-McBride y la WAPF están alineados.)
Volviendo a la afirmación de que “la comida antes del año es solo por diversión”, no existe una edad en que el bebé crezca tan rápido —y forme tantas conexiones cerebrales— como la edad de cero a uno. La alimentación antes del año tiene una inmensa importancia y este no es momento de ser casual sobre lo que come tu hijo. La manera en que alimentas a tu bebé —qué, cómo y dónde— hará toda la diferencia en su futura salud, apariencia, e inteligencia.
Consejos desacertados
Tanto desde la tradición como desde la ciencia, está muy claro que los bebés deberían recibir alimentos sólidos a la edad de 6 meses —recomendación con la que la WAPF está completamente de acuerdo. Por otro lado, en cuanto a qué dar de comer al bebé, aquí es que estamos mayormente en desacuerdo con las recomendaciones convencionales.
De hecho, todas las recomendaciones que existen en alimentación infantil tanto en libros como en internet no solo son confusas y conflictivas, sino que totalmente inadecuadas. La mayoría de profesionales de la salud están perdidos en cuánto a lo que se requiere para nutrir a un bebé durante ese crítico primer año de vida.
Comencemos con la Academia Americana de Pediatría (AAP) —podríamos asumir que esta prestigiosa institución tendría las recomendaciones más precisas y detalladas de cómo alimentar a un bebé. Aquí está lo que ellos recomiendan: introduce los alimentos sólidos alrededor del sexto mes de edad; expón a tu bebé a una amplia variedad de alimentos saludables, y ofrece una variedad de texturas.6 Estas sugerencias realmente no son tan útiles, por decirlo sutilmente.
Una sugerencia más antigua de la AAP, que persistió por muchos años, fue dar cereal fortificado como primera comida del bebé. Las críticas generalizadas sobre iniciar la alimentación de un bebé con carbohidratos puros, así como el reciente escándalo sobre el arsénico (al haberse encontrado niveles altos de arsénico en el arroz convencional) han hecho que la AAP se retracte de este dogma. Hoy en día, si revisas con detenimiento el sitio web de la AAP, encontrarás la recomendación —aún un poco a regañadientes— de dar carne roja a los bebés como fuente de hierro.7
Años atrás, la AAP se rehusó a recomendar la fórmula infantil a base de soya, debido a reportes de daño intestinal severo y problemas de la tiroides en bebés alimentados con soya. Sin embargo, cuando la AAP construyó sus nuevas y relucientes oficinas centrales, aceptó una gran contribución económica de la industria de la fórmula, y luego de esto desaparecieron las objeciones de la AAP a la fórmula infantil a base de soya.
En la realidad, sin embargo, la mayoría de madres no consulta a la AAP al momento de decidir qué dar a su bebé cuando comienza la alimentación sólida, sino que simplemente van al supermercado. Ahí, en la sección de bebés, mayormente encontrarán frutas y vegetales en forma de puré, junto con mezclas de cereales como alverjas con quinua. La carne, hecha puré, viene con una “salsa” hecha de agua con almidón de maíz y saborizantes. En los viejos tiempos, se podía encontrar hígado hecho puré o yema de huevo para el bebé, pero ya no más.
Algo negativo también es el hecho de que hay muy pocas opciones en envases de vidrio. En su lugar, mucha comida de bebé viene en plástico (de manera que el bebé vaya acostumbrándose a los ftalatos del plástico desde muy temprano) o en contenedores asépticos recubiertos con aluminio y calentados súbitamente hasta 150°C. Y sí, el aluminio sí traspasa hacia la comida cuando se calienta a temperaturas tan altas, especialmente para los alimentos ácidos como la salsa de manzana.
¿Qué hay de las guías alimentarias del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés)? ¿Son de ayuda alguna? El libro “Mi plato para mamás: Cómo mejorar tu alimentación y la de los tuyos”, da las siguientes recomendaciones para la alimentación de los infantes:
- Carne magra o tofu
- Huevos de manera ocasional
- Queso de manera ocasional
- Frutas o vegetales
- Granos enteros —cereales deshidratados de desayuno
- Leche baja en grasa
- Untables de grasas trans
- Ingesta limitada de sal
Esta es una dieta basada mayormente en vegetales, donde la mayoría de las calorías vienen de las frutas y vegetales. No están permitidas la mantequilla ni otras grasas animales, y no existe sugerencia alguna de consumir órganos. El bebé consumirá pequeñas cantidades de grasa de la carne magra y del queso y huevos ocasionales, pero si la mamá decide alimentar a su hijo con tofu en lugar de con carne, eliminará incluso estas pequeñas fuentes de grasa animal.
Recientemente se solicitó a la WAPF que promocione el libro, Cómo alimentar a tu bebé9 de Tanya Altmann, MD, FAAC, una pediatra que se denomina vocera de la Asociación Americana de Pediatría. “La Dra. Tanya Altmann sabe que una buena nutrición es esencial para tener bebés saludables,” se lee a la espalda del libro: “En Cómo alimentar a tu bebé, la Dra. Tanya comparte las recomendaciones nutricionales más recientes y las mejores prácticas para alimentar bebés y niños pequeños.”
Las “recomendaciones nutricionales más recientes” sugieren once alimentos fundamentales para tu bebé:
- Huevos
- Guindones
- Paltas
- Pescado
- Yogurt, queso, leche (leche de soya en caso de alergia a la leche de vaca)
- Nueces
- Pollo y legumbres
- Fruta
- Vegetales verdes
- Granos enteros
- Agua
La Dra. Altmann, además, recomienda a los padres que eviten la sal en la alimentación de sus bebés, y no incluye en su lista a la mantequilla ni otras grasas animales, ni a la carne roja o los órganos. El bebé consumiría leche baja en grasa o sin grasa desde los dos años, y antes de eso grandes cantidades de granos enteros, lo cual podría incluir alimentos imposibles de digerir para un bebé. Claro está, por supuesto que no promocionamos su libro.
En general, parece que las frutas y los vegetales han reemplazado al cereal de arroz como primera comida de un bebé, pero la pasta y el pan o las tostadas aún están bien. Estas recomendaciones permiten pequeñas cantidades de alimentos de origen animal, pero señalan que no hay ningún problema en reemplazarlas con tofú. En todas las versiones de las guías convencionales, incluyendo las de la Dra. Altmann, así como en la oferta de alimentos que encontramos en el mercado, las grasas animales están ausentes, y nadie parece entender el concepto de densidad nutricional para un bebé.
¿Baby-Led Weaning? La alimentación guiada por los bebés
Recientemente visité una tienda de la cadena Whole Foods en Washington, DC, y subí al área de la cafetería a comer mi merienda (queso y paté hecho en casa) antes de hacer mis compras. A mi lado se sentó una mujer con un bebé de alrededor de ocho meses. Ella comía un plato que había comprado en el local. ¿Y qué comía su bebé?: Unas cuantas piezas de pimiento verde y pepino que su mamá había puesto en la bandeja de su silla para comer. Cuando se fueron, esos trozos de vegetales estaban esparcidos en el suelo, sin mucha evidencia de que el bebé haya comido algo de ellos.
Es probable que aquella mamá estuviera siguiendo las sugerencias del libro “Baby-Led Weaning”10, un libro bestseller sobre cómo alimentar a los bebés. La publicidad sobre el libro caracteriza su propuesta como “El método natural, sin pataletas y sin purés para iniciar a tu bebé en los alimentos sólidos”. La descripción de Amazon señala que “Baby-Led Weaning es el método que rompe el mito de que los bebés necesitan ser alimentados con una cuchara, y muestra por qué la manera más saludable de que se desarrollen es comiendo por ellos mismos. Con Baby-Led Weaning (de abreviatura BLW), puedes saltarte los purés y hacer la transición a los alimentos sólidos siguiendo las señales de tu bebé”.
Una comida típica para un bebé —tú también tendrías una mirada triste si tuvieras que comer así.
Un bebé no se nutre de lechuga.
Estate lista para un desastre.
La premisa del BLW es que los padres no tienen que gastar su tiempo en la cocina haciendo purés para sus hijos de seis meses, sino que los bebés puedes estar bien nutridos ofreciéndoles trozos de alimentos como el brócoli y los pasteles de arroz. La idea es “poner una variedad de alimentos frente al bebé y el bebé sabrá qué comer”. Más aún, de acuerdo con los autores, los bebés necesitan este entrenamiento para aprender a llevar los alimentos a su boca sin necesidad de ser alimentados con una cuchada. Los bebés necesitan comer con la familia en la mesa, y el BLW es la manera de lograrlo. Además, los bebés podrían traumatizarse y llegar a ser asesinos si tú les pones una cuchara en sus bocas y los alimentas. Por favor, perdonen mi sarcasmo, pero como madre de cuatro hijos a los que les ha ido bien comiendo purés, tengo que preguntarme de dónde viene esta tremenda aversión a los purés y a la alimentación inicial con cuchara para bebés.
De acuerdo con BLW, el inicio de la alimentación sólida para un bebé debería verse como en las imágenes anteriores.
Uno tiene que hacerse preguntas como: ¿qué tanta nutrición puede obtener un bebé de palitos de zanahoria y hojas de lechuga?, ¿qué tanto está verdaderamente comiendo?, y ¿qué hay del riesgo de atragantarse?
Simplemente hay tanto que está mal en este libro…Empecemos con las guías alimentarias mismas. Las sugerencias para los primeros alimentos del bebé incluyen zanahoria cruda, brócoli crudo y tiras de carne. El bebé puede comer lácteos enteros, pero no mantequilla. En su lugar, consume “grasas saludables” como los aceites vegetales, el pescado grasoso y el aceite de oliva. Los autores insisten en que la sal es mala para los bebés. En que el bebé debe consumir granos enteros, incluyendo pasteles de arroz y de avena, y cereales deshidratados de desayuno. De acuerdo con los autores, la pasta y la pizza están bien, y usar el microondas también. La clave está en que la madre ponga unas cuantas piezas de estos productos en la bandeja de su hijo, y el bebé “le dirá” a su madre qué es lo que va a comer. Una vez que el bebé aprende a comer, es capaz de dictar por sí mismo todas sus decisiones con la comida. No te sorprendas si lo único que quiere comer es pizza.
Como justificación, los proponentes del BLW señalan un estudio de Baby-Lead Weaning de 1926 realizado por Clara Davis, en el Hospital Mt. Sinai en Cleveland. En este estudio, David alimentó a un grupo de huérfanos poniendo una variedad de alimentos en frente de ellos a diario.11,12
Lo primero que hay que notar es la selección de alimentos que Davis considera importante para los bebés. Estos incluyen “leche dulce” —en 1926, eso significa leche entera cruda— y “leche agria” (leche fermentada). Adicionalmente a las frutas, granos y vegetales, los bebés pueden elegir entre carne de res, cordero, pollo, tuétano, mollejas, cerebro, hígado, riñones, pescado y huevos. Fijémonos en todos los órganos que ofrecía. Para terminar, los bebés tenían a su alcance un tazón de sal marina del que podía servirse. Igual de importante, Davis no daba a los infantes ningún alimento que llevara azúcar refinada ni harina blanca.
A los bebés les fue bien —se desarrollaron correctamente y tenían pómulos con buen tono. ¿Eso significa que los bebés sabían por ellos mismos lo que debían comer? No, eso significa que Clara Davis sabía lo que un bebé debe comer —sabía muchísimo más de lo que las madres saben hoy en día, poniendo trozos de pimentón verde en la bandeja de sus hijos.
Se dice que el estudio de Davis demuestra que “todos los bebés terminan comiendo una dieta balanceada”. A los bebés les fue bien, definitivamente, pero ¿cómo sabemos que todos tenían verdaderamente una dieta balanceada? ¿Acaso midieron los niveles de nutrientes en los alimentos? ¿Se hizo seguimiento de los bebés hasta la adultez? ¿Se les tomó análisis de sangre para determinar los niveles sanguíneos de vitaminas y minerales?
Los bebés estudiados por Davis definitivamente desarrollaron inclinaciones por algunos alimentos en particular. Por ejemplo, un bebé comió casi un kilogramo de naranjas en un día. No estoy segura de que llamaría a eso “una dieta balanceada”. Si tuviera un niño que solo quisiera comer naranjas, no lo dejaría decirme qué es lo que quiere comer, sino que haría mi mayor esfuerzo de dirigirlo hacia otros alimentos.
Pero el punto más importante es este: en el estudio de Davis, los alimentos eran hechos puré, triturados, o picados muy finamente —no estaban crudos y en trozos grandes. Más aún, cuando los bebés indicaban lo que querían, las enfermeras los alimentaban con una cuchara. Los bebés también comían con sus dedos. Los proponentes actuales del BLW definitivamente han tergiversado el estudio de Davis para justificar dar a los bebés brócoli o zanahoria crudos como primer alimento.
Otro error: La portada del libro Baby-Led-Weaning promete “sin purés, sin estrés y sin desastres”. Pero al mismo tiempo se advierte a las mamás que “estén listas para un desastre”.
La maternidad ya es lo suficientemente dura como para además tener que andar limpiando desastres como esto, tres o cuatro veces al día. Hacer purés para tu bebé es una actividad que puedes disfrutar e incluso encontrar relajante —pero limpiar un desastre en cada comida definitivamente es estresante.
Alimentación guiada por los padres
Dar de comer purés a tu bebé es sencillo, incluso antes de que pueda sentarse. Colócale un babero y ponlo en una silla de comer con ayuda de las cuerdas que trae para amarrar. El puré sdeberá ser ligero y fácil de tragar —su comida irá haciéndose más densa a medida que él va creciendo, pero los primeros purés deberían ser muy fluidos.
Al inicio, el bebé expulsará un poco del puré con su lengua. A decir verdad, en la primera comida expulsará casi toda la comida que se le dé. Solo sé paciente y continúa poniéndola en su boca, y pronto irá aprendiendo cómo hacerlo. (También puedes dejar al bebé lamer la comida de tus dedos las primeras veces.) El hecho de que el bebé expulse la comida no significa que “el bebé no está listo para los sólidos”, ni que “el bebé no tiene hambre”, como algunas madres señalan. Simplemente significa que el bebé está aprendiendo cómo comer.
Mientas alimentas a tu bebé, puedes hablar y reírte con él o ella. La bebé no se traumatizará por eso. Al inicio puede parecer sorprendida, pero pronto estará haciendo ruidos y moviendo sus piernas en señal de agrado. Antes de dejar que una bebé esté sola con algunos alimentos en su bandeja, puedes convertir a las comidas en un tiempo de verdadera complicidad entre tú y ella. Estarás mirándola, hablándole, riéndote con ella. Este es el mejor entrenamiento para que pueda incorporarse a las comidas familiares: asociar a la comida con la interacción social placentera. Y, finalmente, no se genera ningún desastre. Los padres no van a tener que limpiar restos de comida sucia en la bandeja, en el suelo y en el bebé.
¿Qué hay de las comidas familiares? ¿Necesitamos implementar el método de Baby-Led Weaning para que el bebé sepa participar en las comidas familiares? ¡Absolutamente no! De hecho, con el BLW, la mayoría de los miembros de la familia estarán incómodos teniendo un bebé cerca haciendo un desastre terrible con la comida.
La alimentación guiada por los padres: un tiempo de diversión y complicidad con tu bebé.
En lugar de eso, alimenta al bebé con su puré antes de la comida familiar, de manera que esté bien alimentado, satisfecho y tranquilo. Luego, a la hora de la comida familiar, pon unas pequeñas piezas de plátano o queso en su bandeja —algo nutritivo, rico, fácil de comer, y nada con lo que pueda hacer mucho desastre. Déjalo jugar con esos alimentos mientras el resto de la familia disfruta su comida. Si le están saliendo los dientes, dale un hueso para que intente morderlo —los huesos son una gran herramienta cuando le están saliendo los dientes, pero definitivamente no son una fuente de nutrientes a esa edad. Cuando haya crecido un poco más, puedes empezar a darle un poco de la comida familiar, como sopas y estofados en trozos muy pequeños. Alimenta a tu bebé con una cuchara hasta que aprenda cómo hacerlo por sí mismo.
Son tantos los contras de la propuesta del BLW: malnutrición y riesgos de atragantamiento para el bebé, desperdicio de alimentos, y suciedad, desorden y malos ratos para la familia —pero lo más serio puede ser que este tipo de alimentación pretende que sea el bebé quien está a cargo de lo que come.
La madre y el padre son quienes necesitan estar a cargo de lo que come el bebé. El bebé no sabe qué comer; solo unos padres bien informados saben con qué y cómo alimentar a su bebé. La misma Gladys Davis concluyó que la selección de comida para niños pequeños debería dejarse “en manos de los mayores, donde siempre hemos sabido que debe estar”.
Si pones una galleta industrial en la bandeja de la silla de tu bebé, él la va a comer a pesar de que esta sea una terrible elección para un bebé. Por supuesto, si el bebé muestra una verdadera aversión a algo que le estas dando (que se muestre muy claramente, por ejemplo, vomitándolo), entonces necesitarás encontrar un alimento sustituto, pero igual de nutritivo.
Desde un inicio se debe establecer que son los padres quienes deciden qué debe comer el bebé. Deja que tu bebé tenga toda la libertad para jugar, desarrollarse y explorar por sí mismo, pero toma todas las riendas de lo que incluye su alimentación —su buena salud y desarrollo óptimo dependen de ello.
Lo que deben comer
En ningún otro momento de su desarrollo tu bebé estará creciendo así de rápido ni creando tantas células cerebrales como durante el primer año de vida —y este crecimiento y desarrollo requieren abundantes cuotas de nutrición.
Durante el primer año de vida, tu bebé está programado para crear setecientas conexiones neuronales cada segundo, y el cerebelo se triplica en tamaño, en correspondencia al rápido desarrollo de las habilidades motoras que ocurre en este periodo. La visión total aparece en el primer año, y los circuitos del lenguaje en los lóbulos frontal y temporal se consolidan.
Utiliza una jeringa o un gotero para dar el aceite de hígado de bacalao.
Durante la infancia, el número de conexiones nerviosas en el cerebro aumenta a mil billones, el doble de las que tenía al nacer. La mielina, un material aislante que recubre estos nervios, está en cantidades insuficientes en niños con malnutrición debido a una disminución en la producción de células que producen mielina. Esto puede resultar en cerebros más pequeños. ¿Qué necesita un bebé para producir mielina? Antes que nada, ¡colesterol! No existe colesterol en el arroz ni en los vegetales, y un bebé no puede producir su propio colesterol en esta etapa de la vida. Necesita obtenerlo de su dieta.
Tu bebé también necesita cantidades abundantes de colina: otro nutriente ausente en las actuales “comidas de bebé”. El bebé atraviesa ventanas de oportunidades en que se pueden crear las conexiones cerebrales —sin colina, estas conexiones no se crearán. Consumir colina más adelante tampoco ayudará: tiene que estar disponible para la creación de conexiones durante las ventanas específicas de oportunidades.
La deficiencia de hierro en infantes de uno a dos años ha sido relacionada con problemas de aprendizaje y comportamiento, incluyendo problemas cognitivos irreversibles. La grasa también es crucial para los infantes, dado que es necesaria para el ritmo acelerado de formación de mielina durante este periodo. Las grasas traen consigo a las vitaminas liposolubles A, D y K2, que son críticas para el desarrollo neurológico. Tu bebé no puede absorber hierro sin vitamina A, por eso, para un desarrollo cerebral óptimo, al menos el 50 por ciento de las calorías totales de un infante deberían venir de la grasa, en su mayoría grasa animal.
La densidad ósea se establece durante el primer año de vida. A medida que los huesos se están formando y creciendo, el bebé necesita calcio y fósforo en formas fáciles de absorber, además de vitamina D, vitamina A, y vitamina K2 —junto con un gran número de otros cofactores.
La vitamina B12 es crítica para todos estos procesos —y no existe vitamina B12 en los vegetales. También es importante consumir cantidades importantes de vitamina B6, que se encuentra en grandes cantidades en los alimentos animales.
Dado que estos son los requerimientos nutricionales de un bebé, ¿qué alimentos de la tabla 1 elegirías para dar a tu hijo como primeros alimentos? Está claro que los primeros alimentos de un bebé deberían ser el hígado y la yema de huevo —no solo por las cantidades abundantes de colina y colesterol que proveen, sino también por los minerales, las vitaminas liposolubles, y las vitaminas B12 y B6. Para dar variedad a la dieta, la carne roja y las mollejas también están bien, pero nada iguala a las yemas de huevo y al hígado de pollo en densidad nutricional. Ofrécelos a partir de los cuatro a seis meses, dependiendo de la madurez del bebé. El aceite de hígado de bacalao puede empezar a suministrarse incluso antes, empezando a los tres meses. Es sencillo dar aceite de hígado de bacalao utilizando un gotero o una jeringa.
TABLA 1: Comparación de nutrientes disponibles en algunos alimentos animales y vegetales
Nutriente (por 100 g) | Manzana | Zanahoria | Carne roja | Molleja | Yema de huevo | Hígado de pollo |
Fósforo | 6 mg | 31 g | 140 mg | 148 mg | 390 mg | 299 mg |
Hierro | 0.1 mg | 0.6 mg | 3.3 mg | 2.5 mg | 2.7 mg | 9.0 mg |
Zinc | 0.05 mg | 0.3 mg | 4.4 mg | 2.7 mg | 2.3 mg | 2.5 mg |
Cobre | 0.04 mg | 0.08 mg | 0.2 mg | 0.04 mg | 0.08 mg | 0.4 mg |
Vitamina B2 | 0.02 mg | 0.05 mg | 0.2 mg | 0.2 mg | 0.5 mg | 1.8 mg |
Vitamina B6 | 0.03 mg | 0.1 mg | 0.07 mg | 0.2 mg | 0.4 mg | 0.72 mg |
Vitamina B12 | 0 | 0 | 1.84 mcg | 1.2 mcg | 1.9 mcg | 16.6 mcg |
Vitamina C | 7 mg | 6 mg | 0 | 3.7 mg | 0 | 18 mg |
Vitamina A | 0 | 0 | 40 UI | 64 UI | 2300 UI | 34,000 UI |
Vitamina D | 0 | 0 | 8 UI | ¿? | 1400 UI | 370 UI |
Vitamina K | 0 | 0 | 2.5 mcg | ¿? | 35 mcg | 9.5 mcg |
Colina | 3 mg | 7 mg | 38 mg | 104 mg | 820 mg | 290 mg |
Colesterol | 0 | 0 | 78 mg | 537 mg | 1085 mg | 631 mg |
Ninguno de los alimentos mencionados es una fuente significativa de calcio, pero recuerda que a estas alturas el bebé aún debería estar lactando o tomando la fórmula de leche cruda. La leche cruda (humana o no) es una buena fuente de calcio, fósforo y muchos minerales en abundancia (excepto el hierro), además de una gran cantidad de compuestos que construyen el sistema inmune, fortalecen la pared intestinal, y son protectores frente a patógenos. La leche cruda también es una fuente importante de vitamina C para tu bebé.
Para la yema de huevo, hierve un huevo entero —preferiblemente de pastoreo— por tres minutos y medio; luego pélalo y descarta la clara. Añade una pizca de sal a la yema (que aún estará suave). Comienza ofreciendo al bebé solo media cucharadita de yema, o haz que el bebé chupe la yema de huevo de tu dedo, y continúa aumentando la dosis a partir de ahí. Una manera aún más fácil es meter tu dedo en la yema líquida de tu propio huevo frito, y dejar que el bebé la lama; luego avanza a darle su propia yema de huevo utilizando una cucharita. Si al bebé parece no gustarle la yema de huevo, o si presenta alguna reacción alérgica, haz una pausa por una o dos semanas y luego intenta de nuevo. Algunas mamás han encontrado que los bebés no toleran la yema de huevo sola, pero les va bien comiendo yema de huevo mezclada con hígado en puré.
El primer hígado en puré del bebé debería tener una consistencia bastante suelta, y llevar sal. Además, puedes añadir un poco de crema o mantequilla. Una vez que el bebé se ha acostumbrado a su yema de huevo e hígado, pueden añadir otros alimentos, como la carne roja en puré, el pescado en puré, la carne oscura de pollo en puré, la fruta en puré, y los vegetales con crema o mantequilla. Haz puré las carnes con agua, caldo de huesos, crema o leche cruda, y siempre con grasa añadida. Especialmente mantequilla. Introduce nuevas comidas una a la vez y observa cualquier posible reacción alérgica.
A medida que el bebé madura, también se le puede dar algunos alimentos en trozos a modo de piqueo, como plátano y queso. Los huevos de salmón también son un excelente piqueo, así como las anchovetas deshidratadas. Para un aperitivo verdaderamente delicioso, puedes dar a tu bebé pequeños pedazos de tocino natural.
Otro alimento crítico para un bebé es la sal. La sal provee cloruro para la producción de ácido clorhídrico —por eso, en ausencia de sal, sería difícil para tu bebé digerir las carnes que le estás dando. Y el sodio en la sal es esencial para el desarrollo cerebral. Los fabricantes de fórmula aprendieron esta lección duramente el día en que produjeron una fórmula baja en cloruro y baja en sodio, llamada “Neo-Mul-Soy”. Los bebés que se alimentaban con esta fórmula tuvieron un desarrollo intelectual muy retrasado (en comparación con los bebés que consumían la fórmula de soya regular); luego de varias demandas, la fórmula fue retirada del mercado. Sin embargo, muy pocas comidas para bebé contienen sal, y la mayoría de los libros de alimentación para bebé indican que los bebés no deberían consumir sal. ¡Esas recomendaciones son terribles! Asegúrate de poner sal en todos los purés de tu bebé, y también en la yema de huevo, y consume sal en cantidades abundantes durante la lactancia, de preferencia que sea sal sin refinar para añadir magnesio y otros minerales traza.
En cuanto a las frutas y vegetales, en los primeros días deberían estar bien cocidos, luego hechos puré o aplastados, además de mezclados con mantequilla o crema. Las frutas crudas contienen pectina, que es muy dura para un tracto digestivo inmaduro. La excepción son los plátanos maduros, que sí están bien dentro de las primeras comidas del bebé y son una buena fuente de vitamina B6. Aplasta unas cuantas rebanadas de plátano maduro con un poco de crema y una pizca de sal —tu bebé va a amar esto.
Para comidas difíciles de digerir, como los granos, las claras de huevo, y las frutas y vegetales crudos, es mejor esperar hasta que el bebé tenga al menos un año de edad. Nuevamente, introdúcelos poco a poco y pon atención a cualquier señal de una reacción alérgica. Añade los huevos enteros en forma de huevos revueltos, hechos con extra yemas y crema de leche. Los granos deberían ser remojados toda la noche en un medio ácido (agua con un chorrito de jugo de limón, vinagre, yogur, kéfir o suero de leche) y luego bien cocidos. Un infante puede comer pan si es un pan genuinamente de masa madre —con mantequilla encima, por supuesto.
Recuerda que, antes que nada, los bebés necesitan grasas animales. Las grasas animales son críticas para el crecimiento, la producción hormonal, y prácticamente todas las funciones del cuerpo hasta el nivel de la mitocondria. Las grasas animales proveen colesterol para el desarrollo neurológico; ácido araquidónico para la salud de la piel, el cerebro y la digestión; y vitaminas liposolubles necesarias para absolutamente todo, incluyendo la asimilación del hierro y la producción hormonal.
Recuerda en todo momento que tú estás a cargo, especialmente durante el primer año. De hecho, este es el único momento en la vida del bebé en que tendrás absoluto control sobre lo que come. Es el momento en que se establecen los hábitos y gustos, y se le encamina hacia el crecimiento y desarrollo óptimos. Un bebé pronto se convertirá en un niño, y luego en un adulto, y ya no tendrás control sobre lo que come, pero el buen inicio que le diste en esos primeros años —especialmente durante el primer año— lo protegerá contra el eventual consumo de ultraprocesados que inevitablemente ocurrirá a medida que experimenta el mundo más allá de su casa.
ANEXOS
Suplementos para el bebé
¿Los bebés deberían recibir suplementos? La Academia Americana de Pediatría (AAP) dice que sí. Ellos recomiendan que los bebés consuman hierro y vitamina D, en un reconocimiento tácito de que la dieta que ellos mismos promueven para los infantes carece de estos nutrientes.
Sin embargo, el hierro suplemental para los bebés debería evitarse a toda costa. El hierro inorgánico de los suplementos puede incrementar la susceptibilidad a las enfermedades infecciosas, así como promover enfermedades inflamatorias crónicas como la diabetes, la obesidad, el síndrome metabólico, la aterosclerosis, la neurodegeneración, la enfermedad del hígado, e incluso el cáncer.13 Por supuesto, los bebés necesitan hierro, pero este debe venir de alimentos ricos en hierro que contienen cofactores importantes (como el cobre y la vitamina A), entre estos están principalmente el hígado y las yemas de huevo.
De igual forma, los suplementos de vitamina D pueden causar acumulación de calcio en los tejidos suaves. El bebé necesita vitamina D de alimentos como el aceite de hígado de bacalao, la mantequilla, y las yemas de huevo, que son también una fuente de vitamina A.
Ten cuidado con las tabletas masticables de vitaminas, que contienen endulzantes refinados como el azúcar, la fructosa, la maltodextrina y el sorbitol, junto con colorantes, saborizantes y espesantes. Las “vitaminas” que contienen son todas sintéticas y es poco probable que le hagan bien a tu hijo. En cambio, tu bebé estará plenamente nutrido con alimentos reales y densos en nutrientes como el hígado, las yemas de huevo, la mantequilla, el aceite de hígado de bacalao, la sal sin refinar, los productos lácteos crudos y las carnes de pastura. Con el consumo regular de estos alimentos no hará falta de suplementar ninguno de los nutrientes esenciales de manera adicional.
Otra razón para preparar la comida del bebé en casa
En febrero, un reporte del congreso llegó a los titulares al revelar que el 95 por ciento de los alimentos para bebé que habían sido evaluados contenían metales pesados tóxicos, a los que se les atribuye la disminución del coeficiente intelectual. De acuerdo con el reporte, titulado “Baby Foods Are Tainted with Dangerous Levels of Arsenic, Lead, Cadmium, and Mercury” (“Los alimentos para bebés están contaminados con niveles peligrosos de arsénico, plomo, cadmio, y mercurio”), tanto los alimentos convencionales como los orgánicos muestran niveles altos de los metales en mención. Ninguno de los productos viene con etiquetas de advertencia para los padres. Los autores del reporte notaron las preocupantes implicaciones: “La exposición a los metales pesados tóxicos causa disminución permanente del coeficiente intelectual, disminución en la productividad económica futura, e incrementa el riesgo de futuros comportamientos criminales y antisociales en los niños” y “pone en peligro el desarrollo neurológico de los infantes y el funcionamiento de su cerebro en el largo plazo.”
Cuatro empresas —Nurture (marca HappyBABY), Beech-Nut, Hain (marca Earth’s Best Organic) y Gerber— cooperaron con la solicitud de documentos internos y resultados de análisis. En los alimentos fabricados por las cuatro empresas participantes se detectaron arsénico, plomo y cadmio, y en los productos hechos por Nurture se encontraron niveles altos de mercurio —la única empresa que realiza análisis para mercurio. En el caso de los cuatro metales, los resultados fueron “niveles varias veces más altos que los permitidos en las regulaciones para otros productos.” Tres empresas —Campbell (marca Plum Organics), Walmart (marca Parent’s Choice) y Sprout Organic Foods— se rehusaron a participar. Los autores del reporte especulan, sobre estas tres empresas, que “su falta de cooperación puede estar cubriendo la presencia de niveles de metales pesados tóxicos en sus productos para bebé incluso mayores que aquellos en los productos de su competencia.”
Fuente: Subcommittee on Economic and Consumer Policy. Baby Foods Are Tainted with Dangerous Levels of Arsenic, Lead, Cadmium, and Mercury. Committee on Oversight and Reform, U.S. House of Representatives, February 4, 2021.
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Este artículo apareció en la revista Wise Traditions in Food, Farming and the Healing Arts, la revista trimestral de la Weston A. Price Foundation, en la edición de primavera de 2021.
Acerca de Sally Fallon Morell
Sally Fallon es autora del libro best-seller de cocina y nutrición “Nourishing Traditions”, así como de los libros “Nourishing Broth”, “Nourishing Fats”, entre otros. Sally es fundadora y presidenta de la Weston A. Price Foundation. Visita su blog en nourishingtraditions.com
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