19 de enero de 2018, por Merinda Teller, MPH, PHD
Traducido por Verónica Belli Obando
La salud de la tiroides es de importancia crítica. La glándula tiroides -fabricante y secretora de hormonas que regulan el metabolismo- tiene influencia en las células, los tejidos y los órganos de todo el cuerpo. Tal y como lo expresa un experto en el tema: “Sin tu tiroides, te desplomarías como un juguete.”1
Desafortunadamente, en la era moderna, esta pequeña pero poderosa glándula llamada tiroides -así como todo el sistema endocrino al que pertenece- enfrenta una serie de agresiones desde distintos frentes. Un estimado de veinte millones de estadounidenses sufren de algún tipo de desorden que afecta a la tiroides, siendo las mujeres mucho más propensas a padecerlos (entre cinco y diez veces). De acuerdo a la Asociación Estadounidense para la Tiroides, más del doce por ciento de la población estadounidense desarrollará una condición patológica relacionada con la tiroides en algún punto de su vida.2 A pesar de esto, muchos profesionales de la salud continúan pasando los problemas de la tiroides por alto, en un desacierto al momento de reconocerlos y diagnosticarlos.
Hipotiroidismo
Ocho de cada diez individuos que padecen algún desorden relacionado con la tiroides, lo que tienen es una tiroides con actividad por debajo de lo normal (hipotiroidismo). En su mayoría, se trata de la tiroiditis de Hashimoto’s: una condición autoinmune en que el sistema inmune ataca (y eventualmente incapacita) a la tiroides, como si se tratara de un enemigo. La incidencia de la tiroiditis de Hashimoto está incrementando sus cifras, al mismo tiempo que en la actualidad es la enfermedad autoinmune más común en los Estados Unidos, generando ventas masivas de hormonas sintéticas tiroideas.3 Raphael Kellman, una autoridad en referencia a la tiroides, hace hincapié en señalar que la tiroiditis de Hashimoto’s no es una enfermedad propiamente de la tiroides, sino “una enfermedad autoinmune que afecta a la tiroides”.4
Basado en años de observación clínica, el Dr. Robert Thompson, autor del libro The Calcium Lie5 (El engaño del calcio), ha desarrollado cinco distintas categorías de hipotiroidismo que ilustran las muchas distintas maneras en que la salud de la tiroides se puede arruinar. (Él admite que “por lo general, la profesión médica aún no las reconoce.”1) Estas son:
- Tipo 1: la producción insuficiente de hormonas tiroideas.
- Tipo 2: la resistencia a la hormona tiroidea, donde el cuerpo es incapaz de reconocer o utilizar las hormonas tiroideas que él mismo produce.
- Tipo 3: la enfermedad autoinmune tiroidea, incluyendo la Hashimoto’s.
- Tipo 4: la deficiencia severa de selenio.
- Tipo 5: el síndrome de Wilson tiroideo.
De acuerdo con el Dr. Thompson, los cinco tipos no necesariamente se excluyen entre sí.
Prácticamente en todas las condiciones relacionadas con la tiroides en mención, los factores dietarios y ambientales juegan un rol principal en el problema.7 Entre los aspectos de la vida moderna que están contribuyendo con la enfermedad tiroidea, se encuentran la dieta estándar occidental industrializada -alta en soya, baja en grasas y deficiente en vitaminas liposolubles-; los desbalances de yodo;8 y la exposición a sustancias tóxicas,9 entre las que destaca el fluoruro.10 Es así que, por tanto, la dieta y la desintoxicación son elementos fundamentales en cualquier medida de sanación para la tiroides. Como es señalado por la Dr. Ronda Nelson, nutricionista, “No arregles tu tiroides, aliméntala.”11
La soya: poco amigable con la tiroides
Un elemento muy singular de la dieta estándar industrializada es su dependencia y su casi enamoramiento con una miríada de formas de soya barata industrialmente procesada. Como ha sido observado por Michael Pollan, “un científico de los alimentos puede fabricar exactamente cualquier alimento procesado con el que él o ella puedan soñar” a partir de soya (así como de maíz, y con “un puñado de aditivos sintéticos”).12
Quienes hayan leído la revista Wise Traditions por cierto tiempo, sin embargo, sabrán que las isoflavonas de la soya inhiben la enzima peroxidasa tiroidea, cuyo rol es fundamental en la síntesis de hormonas tiroideas, y que además interfieren con la producción de hormonas de la tiroides: “Esta interferencia puede causar una caída en los niveles hormonales tiroideos, un incremento en la hormona tiroidea estimulante, y estrés en la glándula tiroidea,” lo que es “una prescripción para tener problemas de la tiroides.”13 Incluso una sola porción de soya puede contener más de un cocktail de inhibidores de la tiroides, así como aquellos diseñados en fármacos con ese fin -y “de hasta tres veces su potencia goitrogénica”.13 Luego de haber revisado la evidencia en cuanto a la soya y la salud, la escritora de temas de salud, Mary Shomon, nos recomienda ser cautelosos con todas las formas de soya fraccionada, más aun teniendo en cuenta que estos productos por lo general suelen ser hechos a partir de soya genéticamente modificada (GM).14
En la revista Journal of Medical Case Reports (Revista de Reportes de Casos Médicos), en 2017, investigadores japoneses corroboraron el rol de la soya como un “alimento exógeno” capaz de interferir con la producción de hormonas tiroideas. Ellos presentaron el que señalaron como “el primer reporte de la presencia de isoflavonas de soya en el serum de una paciente con hipotiroidismo severo.”15 El reporte describió el caso de una mujer de setenta y dos años de edad, quién apareció en el hospital con un caso de brote repentino de hipotiroidismo severo, luego de seis meses de consumo regular de una “bebida saludable” hecha con soya. Dado que la mujer era una paciente recurrente, los investigadores tuvieron acceso a su serum congelado cinco veces antes de su admisión en el hospital y continuamente por varios meses luego de su admisión. Esto les permitió señalar con precisión a las isoflavonas de la soya como las culpables de la caída repentina de la paciente, llevando a los autores a concluir que “el consumo de bebidas saludables que incluyen extractos en polvo de isoflavonas de soya puede llevar a casos de hipotiroidismo severos.” Luego de la descontinuación inmediata de la bebida, los marcadores de tiroides de la paciente regresaron gradualmente a niveles normales.
El escandaloso respaldo que tiene la soya comercial por parte de celebridades de la medicina como Andrew Weil y Christiane Northrup, ha perpetuado la errónea creencia de que productos como la “leche” de soya son saludables, pero los días puede que estén contados para ideas así. En respuesta a una solicitud hecha por la Weston A. Price Foundation hace casi diez años, la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ha presentado una propuesta -algo tardía- para eliminar la potestad de los fabricantes de alimentos con soya de decir que la proteína de soya reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular. Un representante de la FDA declaró: “esta es la primera vez que hemos considerado necesario proponer una regla que revoque una afirmación sobre un supuesto efecto positivo a la salud”, admitiendo que “la totalidad de la evidencia científica disponible en la actualidad hace un llamado a cuestionar lo que se daba por hecho” sobre la supuesta relación entre la soya y la protección al corazón.16 Este giro de dirección en una institución por lo general inflexible es una noticia bastante buena y grande, no solo para la salud cardiovascular sino también para la salud de la tiroides. De hecho, ambas están estrechamente interrelacionadas. Los síntomas cardiovasculares son “de los signos más característicos y comunes” de alguna condición patológica de la tiroides, y la disfunción tiroidea puede explicar “cambios en el gasto cardíaco, la contracción cardíaca, la presión sanguínea, la resistencia vascular y los disturbios rítmicos.”17 En uno de los principales blogs dedicados a la tiroides se hace la pregunta, “¿Podría ser que hayan personas viviendo con estatinas y medicación para la presión sanguínea, quienes en verdad lo que tienen es que sufren de hipotiroidismo sin diagnosticar?”18
Bajo en grasas, bajo en carbohidratos, ¡AYUDA!
Otro dogma que en la actualidad desvía a nuestros hábitos alimenticios -y nuestra salud tiroidea- por un mal camino es la recomendación de comer una dieta baja en grasa. (Afortunadamente, esta recomendación acaba de encontrarse con un gran obstáculo: un estudio realizado en dieciocho países publicado en la revista The Lancet en noviembre de 2017, muestra que no existe asociación alguna entre el consumo total de grasa, ni el consumo de grasa saturada, y la enfermedad cardiovascular, al mismo tiempo que señala un alto riesgo de mortalidad total asociado con una ingesta ala de carbohidratos.19)
El sitio web Hormones & Balance (Hormonas & Balance) (creado por una asesora de salud, luego de recuperarse de la enfermedad de Graves, la enfermedad de Hashimoto, y de fatiga adrenal) hace hincapié en el hecho de que nuestro cuerpo necesita grasas de buena calidad para absorber todas las vitaminas liposolubles (A, D, E y K) -vitaminas cruciales que a menudo son deficitarias entre los pacientes de tiroides.20 En segundo lugar, nuestro cuerpo necesita grasas para fabricar hormonas; cuando la ingesta de grasas saludables es inadecuada, los niveles hormonales caen en picada, y la glándula tiroidea, productora de hormonas, asimismo se ve afectada.20 Algunas de las grasas más saludables para incorporar en este caso (y en muchos otros) son la mantequilla y el ghee. Como lo señala la nutricionista Kim Schuette, tanto el ghee como la mantequilla son excelentes fuentes de ácido butírico, que juega un rol importante al momento de apoyar la entrega de hormonas tiroideas a las zonas receptoras en todo el cuerpo.21 Muchos coinciden en que “lo ideal para el funcionamiento de la tiroides parece ser una proporción alta de grasas saturadas y monoinsaturadas, y una proporción baja de grasas poliinsaturadas.”22
La discusión de Schuette sobre las grasas saturadas aparece en el contexto de un artículo dedicado a los problemas a largo plazo de vivir evitando los carbohidratos.21 Al mismo tiempo que han ganado popularidad programas de recuperación como la dieta GAPS y la dieta cetogénica -junto con la continua fascinación por las dietas paleo bajas en carbohidratos, y las dietas “ancestrales”-, se ha disputado fuertemente el rol de los carbohidratos en una dieta saludable; hoy en día el tema es, en definitiva, confuso.”23
Es un hecho que ambos extremos pueden ser retadores para la tiroides. En una mano, una dieta que es alta en carbohidratos refinados puede conducirnos a desarrollar resistencia a la insulina, síndrome metabólico y diabetes -enfermedades altamente correlacionadas con los desórdenes a la tiroides.24 En la otra mano, cuando las personas que están (entendiblemente) tratando de evitar los azúcares y los granos refinados, cambian repentinamente a una dieta que disminuye de manera drástica los carbohidratos, o incluso los anula, es posible que se ocasione un bloqueo de las hormonas biológicamente activas, resultando en síntomas de hipotiroidismo como fatiga, constipación y depresión.21 Tal y como ha sido expresado: “Cuando toda la glucosa de la que dispones está siendo conservada para tu cerebro (por lo poca que hay),” el cuerpo no tiene otra opción más que pausar el proceso de conversión hormonal en la tiroides.24 En esos casos, para restaurar nuestro “fuego metabólico”, Schuette recomienda incluir carbohidratos complejos correctamente preparados en cada comida (incluyendo vegetales almidonosos, así como legumbres y granos que hayan sido remojados), acompañados de cantidades generosas de grasas animales o aceite de coco, y sal natural para suplementar minerales, incluyendo el hierro.21
Yodo y fluoruro
El yodo es esencial para la síntesis de hormonas tiroideas, de manera que no es sorprendente que la glándula tiroides sea donde el cuerpo almacena aproximadamente tres cuartos de su contenido total de yodo. La Dr. Ronda Nelson describe este sistema de almacenamiento como una “cuenta de ahorros” que periódicamente requiere volver a llenarse.11 Además de la necesidad de ingerir cantidades adecuadas de yodo, de acuerdo con la Dra. Nelson, también necesitamos tener unos intestinos saludables (que faciliten la conversión de una porción de yodo a yoduro), y los cofactores adecuados (especialmente las vitaminas liposolubles, magnesio, selenio y la vitamina D) para permitir el transporte del yodo y su aprovechamiento por la tiroides. Por ejemplo, existen estudios que han identificado interacciones entre la vitamina A y el metabolismo del yodo, demostrando que las dietas deficientes en ambos nutrientes afectan el metabolismo de la tiroides a niveles mayores que las dietas deficientes solo en uno de ellos.25 La suplementación con vitamina A (a partir de una fuente natural como el aceite de hígado de bacalao) reduce el riesgo de hipotiroidismo y mejora la eficiencia del yoduro.25
Tres halógenos tóxicos (el bromo, el cloro y el flúor) tienen estructuras similares a la del yodo. A causa de esta similitud, pueden apropiarse del espacio del yodo en la glándula tiroides, donde ejercen una influencia negativa y desplazan al yodo.8 Los tres elementos son preocupantes desde el punto de vista de la salud. Sin embargo, la adición industrial de compuestos fluorados sin purificar a los suministros municipales de agua para beber es particularmente ofensiva, dado que ejerce efectos negativos sobre la salud de los ciudadanos con regularidad, y sin siquiera tener su consentimiento, a cambio de un beneficio para los dientes que no es más que un supuesto. (Dicho beneficio tan proclamado para los dientes es cuestionable, dada la creciente prevalencia de fluorosis dental.)26 Los compuestos añadidos al agua pública incluyen al ácido fluorosilícico (un ácido líquido) y al fluorosilicato de sodio y fluoruro de sodio (en forma de polvos deshidratados), todos los cuales también son frecuentemente contaminados con cantidades de arsénico que distan de ser insignificantes.27 Los servicios públicos de agua en los Estados Unidos no solo obtienen sus insumos químicos fluorados de la industria estadounidense de fertilizantes fosfatados, sino también de China, donde la supervisión suele ser negligente.27
Destacados neurólogos expertos afirman que los compuestos fluorados son neurotóxicos,28 sin embargo, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), persiste en celebrar la fluoración del agua como uno de los principales logros en el campo de la salud pública. Como resultado, es difícil para los investigadores residentes en Estados Unidos obtener financiamiento para estudiar los efectos adversos de la fluoración para la salud. En otros países los investigadores han logrado mayores avances. Por ejemplo, un estudio del año 2015 en Reino Unido -donde alrededor del diez por ciento de la población recibe agua fluorada (en contraste con casi dos tercios de la población en Estados Unidos)- tomó ventaja de la disponibilidad de información detallada acerca de la fluoración del agua, e información sobre la práctica general para evaluar los efectos del fluoruro en la tiroides en los casos de prevalencia de hipotiroidismo.10
Los investigadores encontraron que los consultorios médicos ubicados en áreas fluoradas reportaban casi el doble de prevalencia de hipotiroidismo en comparación con los consultorios en las áreas no fluoradas, haciendo aflorar “preocupaciones acerca de la validez de la fluoración comunitaria como una medida segura de salud pública.”10
En estudios en ratas, investigadores en la India han observado que exponer a las ratas a fluoruro de sodio por treinta días induce disfunción en la tiroides, y que la “anormalidad estructural de los folículos de la tiroides por la intoxicación por fluoruros claramente indica su efecto tóxico contra la tiroides.”29 Otros investigadores de la India han administrado agua con altas concentraciones de fluoruro a ratas expresamente para estudiar los “cambios inducidos por el fluoruro en el estado de las hormonas tiroideas.”30 Al haber estudiado a las ratas por tres generaciones, el equipo investigador documentó “efectos generacionales o cumulativos del fluoruro en el desarrollo de la prole de las ratas cuando los fluoruros han sido ingeridos con regularidad a lo largo de múltiples generaciones.” Debido a que las hormonas tiroideas juegan un rol tan crucial en el desarrollo del cerebro, los investigadores concluyeron que los cambios en los niveles hormonales de la tiroides pueden haber “desequilibrado el sistema de oxidantes/antioxidantes” y así haber reducido la memoria en el aprendizaje.30
Un estudio en humanos llevado a cabo en India consideró que lo escolares estaban viviendo en “zonas de fluorosis endémica”, donde los niños no solo exhibían fluorosis dental extendida por toda la población, sino también un bajo Coeficiente Intelectual, junto con otros problemas del desarrollo.31 Mientras que las autoridades de salud pública de los Estados Unidos definen a la fluorosis dental como una condición normal y benigna que simplemente “produce cambios en la apariencia del esmalte dental”,32 la fluorosis en realidad es un signo de envenenamiento crónico por fluoruros.26 Particularmente, entre este grupo de investigadores de la India, la fluorosis es vista como un indicador de desórdenes del desarrollo; ellos notan que los fluoruros son capaces de “interferir con el funcionamiento de la glándula tiroidea y causar cambios degenerativos en el sistema nervioso central y afectar a todo el funcionamiento del cerebro.”31 Al igual que sus colegas en Reino Unido, estos investigadores de la India están alarmados por las políticas de salud pública en cuanto a la fluoración del agua bebible, especialmente a la luz de los crecientes efectos negativos que ocasiona a la salud y de la enfermedad tiroidea subyacente que ha sido detectada en su muestra de adolescentes.
Conclusiones
Existen muchos otros factores que influencian la salud de la tiroides y el funcionamiento del sistema endocrino como un todo. La Dra. Ronda Nelson enlista al estrés como el primero de los factores que deben ser atendidos. En adición a controlar nuestro propio estrés, la experta en la enfermedad de Hashimoto’s, Izabella Wentz, considera fundamental dar soporte al hígado y a las glándulas adrenales, sanar los intestinos, y evaluar otros factores “de raíz” como las infecciones y las toxinas.3 Si bien remediar el mal funcionamiento de la tiroides puede parecer una empresa difícil, debemos saber que muchos de los pasos que uno realiza al adoptar una dieta y un estilo de vida como sugiere la Weston A. Price Foundation, son de por sí un gran avance en dirección a nutrir apropiadamente a nuestra glándula tiroides.
ANEXO
QUÍMICOS QUE AFECTAN EL SISTEMA ENDOCRINO, HIPOTIROIDISMO Y AUTISMO
Raphael Kellman, pionero en medicina holística, se ha dedicado a divulgar la relación entre el hipotiroidismo y el trastorno del espectro autista.33 Muchas líneas de evidencia respaldan la relación que él presenta. El Dr. Kellman enfatiza que tanto el feto en desarrollo, como el infante, son altamente susceptibles a toda la gama de químicos que alteran el sistema endocrino, los cuales han sido asociados tanto con la enfermedad de la tiroides como con el autismo. Entre estos químicos están los bifenilos policlorados (PCBs), los éteres difenil polibromados, los percloratos, los ftalatos, los dioxinos, el bisfenol A (BPA), los metales pesados, y más.
El Dr. Kellman señala que, si bien para otras enfermedades podemos decir que “la dosis hace al veneno”, el efecto de los químicos que son disruptores endocrinos funciona bajo otras reglas. Kellman continúa: “En este caso, “es el momento de la ocurrencia lo que hace al veneno” …En otras palabras, el desarrollo neurológico es como un ballet de químicos, dependiente de que el mensaje hormonal correcto sea enviado y recibido precisamente en el momento correcto y en la cantidad adecuada. Esta particularidad del desarrollo neurológico abre ventanas de vulnerabilidad.” En pocas palabras, “Incluso pequeñas dosis de aquellos químicos que alteran el sistema endocrino, que puede que en adultos no tengan más que un efecto pequeño, pueden tener efectos devastadores en el feto, el neonato y el infante.”33
REFERENCIAS
- Thompson R, Barnes K. Hypothyroidism. http://www.calciumlie.com/five-types-hypothyroidism/.
2. American Thyroid Association. General information/press room. https://www.thyroid.org/media-main/abouthypothyroidism/.
3. Wentz I. Hashimoto’s Protocol: A 90-Day Plan for Reversing Thyroid Symptoms and Getting Your Life Back. New York, NY: HarperOne, 2017.
4. Kellman R. Hashimoto’s thyroiditis: we can win this battle! Huffpost, April 24, 2015. https://www.huffingtonpost.com/dr-raphael-kellman/hashimotos-thyroiditis-we_2_b_7118690.html.
5. Thompson R, Barnes K. The Calcium Lie: What Your Doctor Doesn’t Know Could Kill You. Brevard, NC: InTruth Press, 2008.
6. Wilson D. Wilson’s thyroid syndrome: the thyroid’s role in depression, anxiety, and other symptoms. https://www.alternativementalhealth.com/wilsons-thyroid-syndrome-the-thyroids-role-in-depression-anxiety-and-other-symptoms-3/.
7. Struja T, Kutz A, Fischli S, et al. Is Graves’ disease a primary immunodeficiency? New immunological perspectives on an endocrine disease. BMC Med2017;15: 174.
8. Brownstein D. Iodine: Why You Need It, Why You Can’t Live Without It(3rd edition). West Bloomfield, MI: Medical Alternatives Press, 2008.
9. Luo D, Pu Y, Tian H, et al. Association of in utero exposure to organochlorine pesticides with thyroid hormone levels in cord blood of newborns. Environ Pollut 2017;231(Pt 1):78-86.
10. Peckham S, Lowery D, Spencer S. Are fluoride levels in drinking water associated with hypothyroidism prevalence in England? A large observational study of GP practice data and fluoride levels in drinking water. J Epidemiol Community Health 2015;0:1-6.
11. Nelson R. Diet for thyroid health. Restoration Health, July 13, 2017. http://blog.restorationhealth.net/diet-for-thyroid-health/.
12. Pollan M. Omnivore’s Dilemma: A Natural History of Four Meals. New York, NY: Penguin Press, 2006.
13. Daniel KT, Onusic S. Wise thyroid. Wise Traditions 2012;13(1):60-64.
14. Shomon M. Soy and the thyroid: a look at the controversies. Verywell, April 25, 2017. https://www.verywell.com/soy-and-the-thyroid-3231800.
15. Nakamura Y, Ohsawa I, Goto Y, et al. Soy isoflavones inducing overt hypothyroidism in a patient with chronic lymphocytic thyroiditis: a case report. J Med Case Rep 2017;11:253.
16. U.S. Food and Drug Administration. Statement from Susan Mayne, PhD, on proposal to revoke health claim that soy protein reduces risk of heart disease. October 30, 2017. https://www.fda.gov/NewsEvents/Newsroom/PressAnnouncements/ucm582744.htm.
17. Klein I, Danzi S. Thyroid disease and the heart. Circulation 2007;116(15):1725-1735.
18. Trentini D. Is your thyroid KILLING you? Heart disease. Hypothyroid Mom, January 7, 2013. http://hypothyroidmom.com/is-your-thyroid-killing-you-heart-disease/.
19. Dehghan M, Mente A, Zhang X, et al. Associations of fats and carbohydrate intake with cardiovascular disease and mortality in 18 countries from five continents (PURE): a prospective cohort study. Lancet 2017;390(10107):2050-2062.
20. https://www.hormonesbalance.com/articles/how-is-a-low-fat-diet-impacting-yourthyroid/.
21. Schuette K. Recovery from a low-carb diet. Wise Traditions 2016;17(3):19-24.
22. Iwakura MR. Low carb high fat diets and the thyroid. http://perfecthealthdiet.com/2011/08/low-carb-high-fat-diets-and-the-thyroid/.
23. Schoenfeld L. Is a low-carb diet ruining your health? Chris Kresser, August 26, 2014. https://chriskresser.com/is-a-low-carb-diet-ruining-your-health/.
24. Paleo Leap. Meet your thyroid: a paleo introduction. https://paleoleap.com/thyroid-a-paleo-introduction/.
25. Brossaud J, Pallet V, Corcuff J-B. Vitamin A, endocrine tissues and hormones: interplay and interactions. Endocr Connect 2017;6(7):R121-R130.
26. Cross D. The fluoride fantasy: what the American CDC fluorosis data really mean. UK Councils Against Fluoridation, December 8, 2010. http://www.ukcaf.org/what_the_cdc_fluorosis_data_really_show.html.
27. Fluoride Action Network. Fluoridation chemicals. http://fluoridealert.org/issues/water/fluoridation-chemicals/.
28. Grandjean P, Landrigan PJ. Neurobehavioural effects of developmental toxicity. Lancet 2014;13(3):330-338.
29. Sarkar C, Pal S. Ameliorative effect of resveratrol against fluoride-induced alteration of thyroid function in male wistar rats. Biol Trace Elem Res 2014;162(1-3):278-287.
30. Basha PM, Rai P, Begum S. Fluoride toxicity and status of serum thyroid hormones, brain histopathology, and learning memory in rats: a multigenerational assessment. Biol Trace Elem Res 2011;144(1-3):1083-1094.
31. Singh N, Verma KG, Verma P, Sidhu GK, Sachdeva S. A comparative study of fluoride ingestion levels, serum thyroid hormone and TSH level derangements, dental fluorosis status among school children from endemic and non-endemic fluorosis areas. Springerplus 2014;3:7.
32. Centers for Disease Control and Prevention. Fluorosis. https://www.cdc.gov/fluoridation/faqs/dental_fluorosis/index.htm.
33. Kellman R. The thyroid-autism connection: the role of endocrine disruptors. http://nancymullanmd.com/pdf/TheThyroidAutismConnection.pdf.
Leave a Reply